Andrés Manuel López Obrador lo corrompió todo. Ahí están. Saliendo, una tras otra, cada vez más grandes. Escandalosas, las evidencias de su desgobierno. Perversión. Maldad. Patologías. Su neroniana locura.
Aun así, todo continúa como si nada. En la misma línea. Sin cambios. Sin ningún señalamiento oficial. Sin suspicacias. Culpas. Responsabilidades. Sin el menor ánimo de llamarlo a cuentas. Molestarlo. Llevarlo ante la justicia.
Andrés Manuel López Obrador es el artífice de todas las desgracias que sufre la Nación. Ahí están los hechos. Las pruebas irrefutables de su funesta administración. Basta ver el batidero relacionado con el huachicol.
Con la absurdidad de sus decisiones, dándoles poder, manchó el blanquérrimo uniforme de los marinos que no resistieron la tentación del dinero.
Permitió que se huachicolearan algunos del más alto nivel. Que sepultaran su honor. Traicionaran sus principios. Ahogaran su sentimiento patrio. Compromisos. Su lealtad a México.
La institución es otra cosa. Ha sido herida por unos cuantos. Pero se mantendrá de pie.
¿Estará el Ejército en la misma situación, tomando en cuenta lo que hizo con él Andrés Manuel López Obrador?
Sería el mismo caso que el de Marina. La desviación de los hombres. La fortaleza de las instituciones.
Aun siendo responsable del desastre, AMLO se mantiene impune. Intocado. Protegido. Eso sólo ocurre en este país. ¿Puede éste seguir enterándose de cuánto mal hizo o permitió para lastimar a todos los ciudadanos –salvo a sus engendros– sin que nada ocurra?
Lo elogian sus seguidores. Los que usufructúan el poder público se ajustan a los lineamientos que les marcó. A sus dictados. Lo defienden a pie juntillas. Son sus más fieles imitadores y continuadores.
Las tres grandes promesas que hizo para encumbrarse –no mentir, no traicionar, no robar–, han caído juntas por los suelos una y otra vez. Están rodando. Creciendo. En algún momento impactarán al Frankenstein que las encarna. Aglutinadas. Síntesis. Prueba de su malicia.
Esas tres falacias, a las que se les pretende seguir dando el sentido y contenido originales, se resumen en una deplorable consecuencia: corrupción.
Ese pus brota incontenible por todos lados. Vincula a muchas personas. Familiares. Amigos, Socios. Consentidos de quienes detentaron el poder el sexenio pasado. Con la innegable autorización. Conocimiento. Posible complicidad del entonces presidente.
Pero la prevaricación expresada en metálico. Vista en, o como dinero. Riqueza. Fortunas mal habidas, no es su consecuencia más grave.
Andrés Manuel López Obrador es el corrupto más grande que haya parido este país porque lo corrompió moralmente. ¡Mo-ral-men-te!
Su funesta gestión lo ensució todo. Lo envileció. Lo deshizo todo. Todo lo echó a perder. Lo contaminó. Pudrió. Por todos los motivos. En cualquier grado y forma. Lo devastó.
La evidencia irrefutable de su malignidad está en el cambio de régimen de gobierno que construyó –ayudado en la parte final por Sheinbaum–, con la propia Constitución.
López Obrador hizo de la democracia una tiranía. Cometió un verdadero crimen político. Un crimen de lesa Nación. Su más deleznable obra. Dicho lo cual queda poco por añadir para emparentarlo con Nerón o con Calígula.
La descomposición en la que está hundida lo que fue una República parte, se acentúa y sigue en y por, el desdén hacia la ética pública, esencia de la política que, como orgulloso huachicolero mayor, tiró en el basurero.
Ignorante. Depravado. Inconsciente –politológicamente conceptualizado-- de que al hacer eso también pararía irremediablemente en ese lugar, incluso se habrá solazado de su vesania.
Del lugar tan bajo donde ha caído, no saldrá jamás. Aun cuando por algún milagro sea sentado en el banquillo de los acusados y pague lo que hizo. Eso sólo podría ocurrir fuera. Aquí, vive con fuero.
Fundamentar la tesis de que el ex presidente es el más grande corrupto y corruptor que ha existido en toda la historia nacional, precisa subrayar que para ello se ve más allá del dinero, con el que normalmente se identifica, se asocia y se tipifica ese, el más grande defecto del poder político.
La obra de destrucción que llevó a cabo López Obrador es. Y se identificará por haber desnaturalizado la actividad humana más noble, que es procurar el bien de los demás por medio del aparato estatal.
López Obrador apeló a este para agraviar a la sociedad. Para despojarla de su esencia. Su dignidad. De los valores que la sostenían. De la moral que la guiaba. De los principios que le daban solidez. De la educación que le podía abrir expectativas de mejoría. Bienestar. Avance. Progreso.
Sin esas salvaguardas, la dejó huérfana. En estado de indefensión. Vulnerabilidad. Debilidad. Sin asideros. Perdida. A la deriva.
Sin esos atributos. Cualidades. Capacidades, la sociedad mexicana ha quedado deshumanizada. Animalizada. Salvajizada. Ni el Derecho. Ni la religión. Ni Dios, le sirven ahora como refugio. Salvación. Consuelo.
La magnitud y trascendencia. El alcance, los efectos que esa delirante desviación político-personal va a tener en el país y que apenas empiezan a verse, sería más que suficiente para enjuiciar a López Obrador.
Mas como eso hasta ahora no está en perspectiva, la más grande tarea que por responsabilidad política. Moral. Histórica que Claudia Sheinbaum está obligada a iniciar, es la refundación del Estado.
Como presidenta no tiene alternativa. Su disyuntiva es: o hace lo que tenga que hacer para levantarlo. Si no lo sabe consultándolo con quien sepa, o deja que termine de caerse en pedazos.
Si hace lo uno, aunque no concluya ese proceso, empezará a forjar su trascendencia en la Historia. Tendrá un lugar especial. Alcanzará la grandeza política como la primera mujer Tlatoani. Se cubriría de gloria.
Si toma la segunda opción, esperará por ella la ignominia. La condena. El desprecio. La reprobación. Al lado de su nefasto tutor.
Esa decisión está en ella y únicamente en ella. Es la más importante de su vida. En su educación. Preparación. Cultura. Conciencia. Patriotismo. Lealtad a México. “Amor a los mexicanos” hallará el camino fácilmente.
En cualquier caso, soltar el lastre llamado Andrés Manuel López Obrador es un deber primario ineludible. Hasta por vergüenza. Al menos para seguir en medio de la turbulencia, necesita dejar de llevarlo a sus espaldas.
Con la pesada herencia que como su sucesora recibió, Claudia Sheinbaum sólo podría y debería tener en mente. Como prioridad, la reconstrucción del Estado.
Ese deber, planteado únicamente en términos políticos y politológicos. No partidistas. De crítica insana. Animadversión. Deseo, implica su obligación de rehacer la entidad que es el lugar común. De todos. Donde hemos nacido. Donde moriremos.
Es lo que menos tienen que exigirle quienes se digan sus verdaderamente leales colaboradores. Con respeto. Prudencia. Razones. Hasta por seguridad y conveniencia propias, están obligados a ayudarla para recuperar lo que está en ruta de pérdida total. Definitiva. Irreversible.
De mantenerse en la línea y la postura que ha observado en apenas el año que lleva al frente del gobierno, el país perderá lo muy poco que aún pudiera rescatarse para su beneficio.
El proyecto de destrucción nacional que llevó a cabo Andrés Manuel López Obrador no debe seguir adelante. El discurso y las mentiras con el que se lo envuelve y se lo vende, muy pronto darán de sí. Llegarán a su límite. Vendrá el ¡ya basta!
Aumenta la inconformidad, derivada de las presiones económicas, internas y externa. De las imposiciones de Estados Unidos. Y de tantos otros problemas que agobian al país.
La realidad obligará a la gente a concientizarse de la situación. Y cuando la traduzca en acciones, ya no habrá defensa. Será…demasiado tarde.
Línea de Fuego
El gobierno de México no puede tener acuerdos con Estados Unidos como el que anunciaba sobre seguridad, que supuestamente firmarían Claudia Sheinbaum y Marco Rubio, por la sencilla razón de que, como potencia, éste no necesita ceder nada. Obtiene lo que quiere por cualquier medio. Donde sea. De quien sea. En el caso mexicano, se lo facilitan todas las debilidades, especialmente la corrupción, a las que cree vinculadas a todas sus autoridades… Hace dos años, según el fiscal Gertz, el ex titular de Marina, Rafael Ojeda, le pidió investigar al personal de esa dependencia. ¿Se le puede creer que no encontró rastro del gigantesco huachicoleo y las complicidades que están emergiendo? ¿Cómo para determinar que la muerte de un marino supuestamente involucrado en ese asunto es “un caso personal”, le llevó apenas unas horas? ¿Cree que la sociedad es tonta? Pues ¡se equivoca!... Ricardo, David y Saúl Monreal, manejan tenebrosa y prematuramente la sucesión del tercero por el segundo en la gubernatura de Zacatecas a fin de “fortalecer” al primero frente a la presidenta, de quien, se asegura, ha perdido totalmente la confianza que dice tener de ella. Pero que nunca tuvo. Si el poder de la entidad está en esa familia, cargada de un historial bastante cuestionable que se sostiene con pinzas, ¿por qué mejor no se la escrituran y evitan pleitos simulados, chantajes y desvergonzadas expresiones de ambición con base en las cuales se la quieren quedar ad perpetuam?… “Cobre por cobro”, lo que eso signifique, se dice del empresario que pelea contra el SAT. Por eso, más que claro el origen de la embestida contra las “ratas” que ve en Morena el senador Luis Armando Melgar… Julio Menchaca ha hecho un gobierno exitoso en los tres años que está cumpliendo. Ahí están los datos de su obra. Convertidos en beneficio colectivo. Rubro por rubro. Aun así, ha decidido someter su mandato a proceso de revocación. De los más de 200 mil ciudadanos que se requieren para legalizar ese ejercicio, seguramente no lo firmarán ni el uno por ciento. En todo caso, saldrá más fortalecido. Cuando se administra con eficacia y eficiencia; honradez y transparencia, no hay ningún temor de someterse al escrutinio público… ¿Seguridad oficial al Changoo León? Es la sociedad a la que se debería proteger de esa desquiciada amenaza. La mejor manera de hacerlo sería enjaulándola… “La Barredora” y “La Barrida” tuvieron en Chihuahua un adelanto del repudio social que han generado. Que no podrán contener e irá in crescendo.