1. La nueva política que podría convertir a México en algo distinto al embalse insano y mediocre que vivimos tendría que ser una política erótica, amante de la vida, capaz de derrotar a la fascinación por el Thánatos que el gobierno corruptor ha instalado en nuestra vida pública. 2.Porque los teóricos de ese inexplicable discurso surgido de las escaramuzas de 2018 hicieron de la necrofilia, de la constante atracción por la muerte, el quid egocéntrico y discursivo con el que el presidente ha querido explicarse a fondo hasta ahora. 3. Porque ¿por qué, en un país azolado por tanta barbarie criminal, por tanta muerte, por tanta destrucción, por tanto desprecio, por tanta decadencia en todo y por todo, López Obrador decide de pronto -con fanfarrias nada discretas y sin rubores de por medio- que vivirá en Palacio nacional donde murió de un infarto Benito Juárez (1872) y cuarenta y un años después (1913) fue sacado el apóstol Francisco I. Madero para llevarlo a fusilar junto con el vicepresidente Pino Suárez en la parte trasera de Lecumberri? 4. De acuerdo con un estudio sobre el desarrollo ideológico de López Obrador que realicé en la campaña presidencial de 2006 para la firma Examina México, A.C., hasta entonces el candidato del PRD había sido el muy oportuno y sagaz usufructuario de las dos grandes tradiciones ideológicas disponibles del estado mexicano y del PRI: Juárez en lo político, Cárdenas en lo social. Lo verdaderamente revelador del caso es que el futuro mandatario llegará tiempo después (2018) ya sin Cárdenas en la talega ideológica de campaña y sí con Francisco I. Madero y Benito Juárez. ¿Por qué? ¿Porque la necrofilia, la asociación sistemática con los presidentes heroicos y sacrificados, sería un recurso más rentable para esa especie de santificación histórica que arrebató de súbito al aguerrido dirigente social tabasqueño? 5. ¿Porque el general de Jiquilpan, con el tiempo, habría de figurar como un competidor insuperable y estorboso? 6.Mejor aparecer en los futuros billetes junto a Hidalgo, Juárez y Madero, que con el imbatible artífice del Estado social mexicano posrevolucionario. La desaparición o la disminución del otro en la búsqueda de la gloria postiza. 5. Cuando ya muy avanzada su dictadura el general Díaz reparó en la sombra inevitable que Juárez le representaba, los pintores oficiales comenzaron a emblanquecerlo -como Michael Jackson- para diferenciarlo un poco del indio de Guelatao. 5. Pobre México tan cerca de los necrófilos narcisos y tan lejos de una política libre de patologías. 7.Luego del sainete del “Vahído con rumores de muerte”, producido esta semana por los voceros del narcisismo de Estado, admitiendo el gran peso cultural que la catrina tiene entre nosotros, valdría la pena insistir en la necesidad de la erótica, de la urgencia que tenemos de una política de la vida y para la vida. Vamos a dejarnos ya de tonterías y de espejismos en torno de las continuidades absurdas e injustificadas. 8. La política en México, será erótica o no será. 9. Porque el hartazgo ya no da para más. Porque, “si una nación entera se avergüenza/ es león que se agazapa para saltar” (O. Paz.)