En momentos tan nebulosos como la sucesión presidencial, que nos tienen en vilo a casi todos ¿hacia dónde voltear para cobrar claridad? ¿qué opciones tiene la sociedad para discutir, desde sus experiencias y apremios, el futuro al que aspira? ¿podemos o no escapar, en este sentido, al poder monologante?
Hace 15 años, desayunando con Carlos Monsiváis, discutíamos qué hacer ante la falta de un debate público sobre los graves problemas de la impunidad, la inseguridad, la violencia homofóbica y contra las mujeres, en un tiempo caracterizado (presidencia de Calderón) por la cruenta, interminable y de franca güeva de la disputa por la nación.
Semanas después, el 14 de agosto de 2008, iniciamos los Foros de Crítica y Diálogo Público hacia el 2010 con una ponencia de Monsi que tituló “Después de tanto callar/El espacio público y los debates”, ante una mesa de discusión a la que invité, como coordinador del Bicentenario, a Sergio Aguayo y a Epigmenio Ibarra, en ese tiempo acreditados e incorruptibles críticos del poder en México.
Monsiváis iniciaría su participación con este rotundo diagnóstico: “Un rasgo de nuestro tiempo es el encontronazo de agresiones, campañas de calumnias y difamaciones, insultos de un lado y de otro, linchamientos de personalidad.” (su texto completo e inédito, en: www.pensamientocritico.org.mx.)
En marzo de 2012, 4 años después, fundaríamos Pensamiento Crítico, Política y Disidencia, A.C., que nos permitiría llamar, del 7 al 10 de diciembre siguientes, a la Cumbre Mundial de Indignados, Disidentes e Insurgentes para debatir la insólita incidencia de las redes sociales en los procesos de insurrección cívica de Francia, España, Estados Unidos y Marruecos, Túnez, Siria, Libia, Argelia y Egipto, donde se darían las más importantes movilizaciones de jóvenes desde 1968, y el extraordinario fenómeno de Las Primaveras Árabes.
Con el apoyo de la Internacional Socialista, pudimos reunir en México, no sin las previsibles dificultades por el traslado internacional de unos activistas ya previamente fichados como terroristas, a una veintena de jóvenes activistas de esos países, entre los que sobresalían las mujeres.
Para la mesa mexicana de la Cumbre -celebrada poco después de la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia- decidimos invitar a Paco Ignacio Taibo II, Jenaro Villamil, Epigmenio Ibarra y Fabrizio Mejía, que por entonces figuraban como críticos inflexibles del poder.
Diez años después, el próximo 26 de mayo, presentaremos el proyecto de www.pensamientocritico.org.mx para persistir en el esfuerzo que Carlos Monsiváis y yo emprendimos en el 2008 con un programa que sitúa a las nuevas inteligencias sociales y a la poesía en el centro.
En un homenaje póstumo, porque hace sólo 2 días él hubiera cumplido sus 84 años, pienso en un Monsi dubitativo y agobiado que, ante sus enfrijoladas veracruzanas (sin crema, sin chorizo y sin cebolla) me podría haber preguntado, primero, sobre qué traía de tonos, acrobacias y novedades de mi poesía, para hostigarme, seguramente, con la recurrente pregunta que muchos se hacen hoy: “Oye, y ¿qué crees que pasó con Andrés?”