Vivimos rodeados de noticias falsas, teorías de la conspiración y muy polarizados en términos políticos. Algunas personas se molestan o se sorprenden con lo que otras piensan, mientras que en redes sociales se puede observar incluso rencor.
La psicología ofrece una explicación parcial de porqué suceden estos fenómenos y de cómo podemos combatirlos, pues aunque creemos que pensamos de forma muy lógica, no nos damos cuenta del impacto que tienen los sesgos cognitivos sobre nosotros, además de que nuestra mente enfrenta múltiples limitaciones.
Nuestro cerebro evolucionó para trabajar con información incompleta y con la necesidad de tomar decisiones de forma rápida, ya que nuestros antepasados vivían en un ambiente peligroso, hostil y con todo tipo de carencias. Más que una máquina de pensar de forma lógica, el cerebro es una máquina de pensar de manera útil y rápida, que usa atajos para trabajar más eficientemente, lo que aumenta la probabilidad de equivocarnos.
Los sesgos cognitivos son ejemplos de estos atajos del cerebro. El sesgo de confirmación nos lleva a desechar aquella evidencia que contradice lo que pensamos, mientras nos hace prestar atención sólo a lo que confirma nuestras creencias previas.
Además confiamos demasiado en nuestra memoria, a pesar de que contamos con suficiente evidencia y con experimentos que muestran cómo a través de la memoria se distorsiona la realidad, lo que afecta nuestras decisiones y creencias.
Es así que nuestro cerebro trabaja con información incompleta o errónea mientras intenta darle sentido y explicación al mundo. Esto detona nuestra capacidad de creer en conspiraciones o en explicaciones simplistas, que nos hagan sentir que estamos entendiendo lo que pasa; y si la verdad no nos satisface, podemos llegar a sesgar la historia para darle sentido a lo que queremos creer.
Cuando la gente se siente rechazada o no valorada por la sociedad, es más probable que crea en teorías de la conspiración. Esto les ayuda a mejorar la imagen sobre sí mismos y a sentirse especiales.
Hemos estado retrasando los acuerdos y las acciones necesarias para construir la sociedad sustentable, incluyente y próspera que necesitamos, y parte de ese retraso se debe a nuestros sesgos cognitivos. No nos damos cuenta y nos aferramos a nuestra forma de pensar.
Afortunadamente hay un remedio para superar nuestras limitaciones cognitivas y no desviarnos de la lógica: el método científico, que cuando es respetado, nos ayuda a encontrar verdades útiles para la humanidad. Conforme más se acerque alguien a la ciencia, es menos probable que caiga en pensamientos conspirativos.
Por ello es tan importante que encontremos formas más atractivas de difundir la ciencia y de motivar a la gente a estudiar, como lo hacen ¿Habías Pensado? y CuriosaMente, canales educativos de YouTube.
También es muy importante que cultivemos la tolerancia y la empatía. Una persona convencida no cambiará su opinión por más datos y argumentos que le mostremos. Sólo después de escuchar y de ser empáticos con los demás, se nos dará una oportunidad real para ponernos atención.
Usemos la empatía para entender que los demás pueden ser víctimas de sesgos cognitivos y seamos lo suficientemente humildes para reconocer que nosotros también podemos estar equivocados, sin darnos cuenta. No asumamos que somos los dueños de la verdad, sobre todo en aquellas cosas que defendemos con mayor vehemencia.