Hoy, se juega un partido muy bravo contra la selección uruguaya, en la que —ante el cambio de Óscar Washington Tabárez— toca saber si Diego Alonso puede con otra gran camada de jugadores charrúas para meter de nuevo a la celeste a competir.

Pero la columna no es de Uruguay, ni de Ecuador, selección a la que enfrentamos el domingo, sino del reto del Tata Martino para cerrar con broche de oro su proyecto al frente de la Selección Mexicana, con el que —después de Rusia— se creyó que el camino podía ser diferente.

La realidad es que hoy, la afición está fría, separada y sin las típicas ilusiones. Los analistas serios y —sobre todo— los europeos, ponen caminando a Polonia en la siguiente fase. A eso, le tenemos que sumar el juego contra Gales en la Nations League, con una tremenda voltereta, porque siguen ganando en confianza y solidez ante selecciones que en el papel lucen parejas.

La gran diferencia es la cantidad de partidos de alta competencia con la que llegan un equipo y el otro. A eso, le sumamos el juegazo de Argentina, que ganó con enorme autoridad la nueva final entre los campeones de la Eurocopa y la Copa América.

Ayer vimos que el grupo será muy fuerte. Por eso, es vital que se hable fuerte, se analice que la eliminatoria y los últimos dos años han sido muy malos. La condición física del Tata ha mejorado, veamos si con dos juegos relativamente buenos, contra equipos que lucharán por ese mentado quinto partido, se puede marcar alguna diferencia y que se gane en confianza para volver a creer, o de plano seguiremos con esta inercia negativa y con malas señales.

México necesita estos juegos para acercarse a su mejor nivel y sin su mejor hombre, que es el Chucky. Veremos si hay deseo, capacidad de cerrar filas en la Selección Mexicana.

¡Bienvenidos, bienvenidos! A los juegos y días en que sabremos si gracias a lo que pase en la cancha será momento de volver a creer.

@EnriqueVonBeas


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