De nuevo, Saúl Canelo Álvarez está en el ojo del huracán, por no poder noquear a su oponente.
Un ballet de golpes que generó hasta el sexto y séptimo rounds. Las emociones aparecieron, para después sólo generar espacio y distancia, no provocar algo que lograra levantarnos de nuestros asientos en la T-Mobile Arena.
Vamos, más de lo mismo de los últimos combates de nuestro querido Canelo.
Ahora, de eso a que haya sido una decepción y que pelea contra puro bulto, es una exageración.
Es decir, la controversia constante que se genera en torno a la gran figura del boxeo mundial es innecesaria, pero bastante atractiva para lograr el mismo debate.
Charlo es un campeón indiscutido y no le pudo hacer ni cosquillas al tapatío, más allá de que tuvo que subir de peso para dar la categoría de Saúl.
Ahora, lo que viví estos días en Las Vegas me llama la atención, desde el cambio de promotora hasta los mensajes que hay alrededor del boxeador y de lo que nos da el nuevo negocio del Canelo, como una figura mexicana en el mercado estadounidense, más allá de que se ha preparado y ha logrado lo que muy pocos, además de manejar cada día mejor el inglés. Quedó claro en los momentos clave, que son en el mensaje después del pesaje y también tras la pelea, arriba del ring, porque en esta ocasión lo hizo en inglés, para sólo cerrar con su característico “¡Viva México, ca...!”.
Siento que eso le quita algo a los momentos cumbre, para provocar más emociones en los millones de mexicanos que aún tienen a Saúl como la máxima figura de nuestro deporte. Porque lo es.
Vendrán los días y las semanas para buscar rival, para generar nuevas ideas y detonar lo que le falta a la parte final de la enorme y exitosa carrera que tiene el Canelo, que ha llegado a su victoria número 60 en la etapa profesional.
¡Bienvenidos, bienvenidos! A lo que dejó la pelea del Canelo, además de millones de dólares, rating y muchos debates típicos cuando se quiere hablar del tapatío, quien es el primer boxeador mexicano en defender por tercera ocasión su título unificado.
