Mientras el mundo sobre todo católico (más de 1,400 millones) sale de su estupor por la designación del cónclave en la Capilla Sixtina, apenas hace dos semanas, el pasado 8 de mayo, del estadounidense-peruano Robert Francis Prevost (ahora León XIV) y empieza a construir una nueva utopía para la iglesia católica y el mundo, México se ve sacudido con dos hechos, que conforman una distopía trágica.
Uno fue el choque del buque-escuela Cuauhtémoc en el puente de Brooklyn en NY que costó las vidas humanas de dos jóvenes marinos: la cadete América Yamillet (20 años- Xalapa, Veracruz) y el cadete Adal Jair Maldonado (23 años- Oaxaca) y 22 heridos.
Y el otro, el brutal asesinato en plena luz del día (7:30 am) y en una de las principales arterias de la Ciudad de México, Calzada de Tlalpan, de Ximena Guzmán y José Muñoz; la primera, secretaria particular, y el segundo, coordinador de asesores de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada.
La buena noticia y el festín del “Habemus Papam” después de la fumata blanca en la chimenea del Vaticano, generó una gran alegría en Roma y el mundo, incluido México. Trágicamente de golpe se tiñó de rojo con lo acontecido en NY y la CDMX.
La satisfacción por la elección de León XIV sigue in crescendo al descubrir la integración de sus múltiples y diversos atributos, difícilmente conjugados en un perfil papal. Nacido en Chicago, Illinois, de raíces francesas, italianas y españolas, no se queda a vivir en su país natal. Se convierte en misionero y viaja por zonas pobres en Perú, así combina y fusiona el nacimiento y educación primaria estadounidense, con la identidad y cultura latinoamericana. No es un Papa “gringo”, más bien un mestizo del continente americano, que amalgama una identidad, mezcla casi única cultural y social del norte y el sur de este hemisferio.
Ingresa al noviciado en la Orden de San Agustín, mas no se limita a la educación eclesiástica, estudia también matemáticas y filosofía en la Universidad Villanova de Pennsylvania y luego un doctorado en Derecho Canónico en Roma.
Es enviado como misionero a Trujillo, Perú, donde despliega una amplia labor pastoral, pero no se estaciona en ese país, regresa a Chicago donde sería elegido prior general de la Orden de San Agustín, donde tampoco se ancla: regresa a Perú como obispo de Chiclayo.
A pesar de haber obtenido la nacionalidad peruana, regresa a Roma y el Papa Francisco lo nombra prefecto del Dicasterio para los Obispos, un misionero que se adentra en la curia, de donde salta a cardenal y de ahí transita a Papa.
Suya ha sido una vida de permanente inconformidad con lo alcanzado y un crecimiento espiritual e intelectual sostenido sin otro límite que su propia capacidad. Es además un políglota, no se conformó con el inglés y español, agregó francés, italiano, latín y alemán.
Un Papa con esas credenciales, que además reconoce en su nombre a su antecesor León XIII la doctrina social de la iglesia, con su encíclica Rerum Novarom, seguramente jugará un papel internacional fundamental en el escenario de la política exterior. Ya Trump propuso al Vaticano como sede de las reuniones entre Ucrania y Rusia para poner fin al conflicto. Hasta aquí la nueva utopía.
Como cónsul general en Boston recibí al buque Cuauhtémoc en marzo del 2017. El calificativo de “embajador de los mares” no puede ser más acertado. Ver a sus mástiles quebrarse en el puente de Brooklyn, pero sobre todo a las y los cadetes colgados sosteniéndose como podían y dos de ellos morir en el impacto, fue un shock visual y emocional, imposible de aceptar en ese símbolo icónico, auténtica insignia nacional.
De mayor consternación fueron las imágenes del asesino acribillando a balazos a los dos colaboradores más cercanos de Clara Brugada (nuestro pésame a los familiares de las víctimas y a ella). Este terrible suceso, perpetrado durante la mañanera de la presidenta, desmiente la utopía del control de la violencia en la CDMX y el país, y nos instala en la distopía de una brutal violencia generalizada que parece no tener fin.
Así, en tan sólo dos semanas vivimos una insoportable mezcla de la gran utopía y la distopía sin piedad.
Docente/investigador de la UNAM