La reciente partida de DON Pablo González Casanova, destacado universitario, sociólogo y activista, nos deja el legado de su persistente la lucha por la democracia, la justicia social y la emancipación de los pueblos originarios. Tuve el privilegio de tratarlo en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) en el momento más álgido del conflicto con el EZLN en Chiapas.
Como Rector de la UNAM, destaca su férrea defensa de los derechos universitarios y la ampliación de la oferta académica con los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) y el Sistema de Universidad Abierta.
Su libro, ya un clásico, "La democracia en México" es el referente obligado para conocer las entrañas del sistema político mexicano de partido hegemónico que prevaleció en nuestro país por casi 70 años el siglo pasado.
Esta obra (Ediciones Era) apareció en 1965, tres años antes del estallido del movimiento estudiantil de 1968. Si Díaz Ordaz lo hubiese estudiado, quizás se habría evitado la masacre de Tlatelolco, el 2 de octubre. ¿POR QUÉ? Porque en ella, (al igual que en su momento lo hizo Madero con “La sucesión presidencial de 1910”, que tampoco Porfirio Díaz atendió) desnuda en forma descarnada el peligro del voraz autoritarismo de nuestro sistema político, contra el que se levantó el 68.
En ese libro se pone al descubierto la gran farsa que se vivía en México: una Constitución que nos definía como República, representativa, democrática y federal (art. 40) y a diario se vivía un sistema de poder centralizado alejado de una auténtica república; en el que la representación era el simulacro de un solo partido, el PRI, la federación la parodia de entidades federativas ni libres ni soberanas; el Presidente designaba a los gobernadores; y la democracia, la simulación de elecciones arregladas, en las que de antemano se sabía quién ocuparía la presidencia, quiénes las gubernaturas, el Senado y casi 90% de la Cámara de Diputados.
Don Pablo denunció esa farsa desde el inicio de su libro: “el texto constitucional de México (…) se inspira en las ideas de la Ilustración Francesa y de los constituyentes de Filadelfia”. PERO, agregaba con profundo sentido crítico: “En la realidad, la estructura del gobierno y las decisiones políticas, van por caminos distantes de los modelos ilustrados del siglo XVIII y principios del XIX”.
Obra singular en la que Don Pablo aplicó el método cuantitativo para demostrar con cifras, la ausencia de democracia en nuestro país:
Desde 1929, cuando se funda el partido oficial, hasta los 60s cuando aparece el libro, no había perdido una elección presidencial, de gobernador o de senador. Había llevado al poder a 6 presidentes, 200 gobernadores y 282 senadores.
De 1910 a 1964 el candidato oficial ganó en promedio con más del 90% de los votos (100% Obregón y 74% Alemán).
El candidato del gobierno pasa de 813,000 votos en 1917 a 8,400,000 en 1964 en tanto que el de la oposición de 16,000 a 1,034,000.
Las iniciativas de ley del Ejecutivo de 1935 a 1964 se aprueban con tan sólo 3% de votos en contra.
Esa “democracia” anémica que literalmente encueró Don Pablo en los 60s, es precisamente el modelo que ahora trata de recuperar y reinstaurar la 4T. Una “democracia” sin los elementos de la Ilustración; carente de pesos y contrapesos, sin una efectiva división de poderes, la “democracia” de un solo hombre: el presidente.
Por eso la ira presidencial cargada de insultos y amenazas a los ministros que votaron el 8-3 en la SCJN, para mantener a la Guardia Nacional como institución civil dependiente del área de seguridad y protección ciudadana, acorde con el art. 21 constitucional, (y no de la SEDENA), que el propio AMLO había reformado en esos términos en el 2019. Esto significa contradecir su propia reforma, no la de Calderón o Peña Nieto.
Sin duda, “La Democracia en México” de Don Pablo González Casanova, debería ser una obra obligada de consulta permanente para el titular del Ejecutivo Federal.