Mal inicio de 2025 con muestras de profunda degradación política mediante acciones oprobiosas, de injuria, denuesto, deshonra, infamia, insulto, bajeza, descrédito y denostación, sinónimos de la ignominia (Diccionario de la Lengua Española).
Peor aún: estamos “normalizando” esas acciones. Las vivimos pasmados en un deja vú indiferente de dejar hacer y dejar pasar, aunque sus efectos resulten devastadores.
Tal es el retorno de Donald Trump a la presidencia de EU el próximo lunes 20 de enero. No sólo se trata del acaudalado empresario con negocios plagados de demandas judiciales, sobre todo fiscales, y por lo tanto con una enorme fortuna mal habida. No sólo se trata del expresidente que excitó a una turba el 6 de enero de 2021 para atacar al Capitolio, sede y símbolo de la democracia norteamericana, a fin de evitar que el Colegio Electoral en sesiones certificara la victoria de Biden, y revirtiera el resultado a su favor, extorsionando al vicepresidente Mike Pence.
En su autobiografía “So Help me God” ( Simon & Schuster, NY, 2022) Pence escribió que Trump quiso obligarlo a cambiar el resultado electoral y él le respondió que únicamente los representantes del pueblo americano tenían la autoridad para aceptar o rechazar los votos del Colegio Electoral. Subraya: “Yo había hecho un juramento de apoyar y defender la Constitución de EU” (p. 443)” y por lo tanto “no creo tener la autoridad para cambiar el resultado” (p. 441). Trump lo increpó: “Pasarás a la historia como un pelele” y agregó: “Si no haces eso, cometí un error hace cinco años” (p. 460), al haberlo seleccionado vicepresidente.
Peor aún: ahora Trump es un declarado criminal convicto por el juez Juan Merchan, de la corte de Nueva York, culpable de 34 delitos graves de falsificaciones relacionados con pagos a la actriz porno Stormy Daniels. Un detractor de la democracia norteamericana, ahora criminal, en cuatro días va a jurar frente a su pueblo y el mundo, con la Biblia en la mano, que respetará y hará respetar la Constitución de EU. ¡La denostación de los valores que los padres fundadores insertaron en su Constitución en 1787 en Filadelfia! ¡Vaya ignominia!
Caso también ominoso es la toma de posesión de Nicolás Maduro en Venezuela el pasado 10 de enero, después de haber evitado que María Corina Machado fuese candidata, y haber robado la elección a Edmundo González Urrutia el 28 de julio de 2024, quien demostró con copia de las actas (que el dictador nunca presentó), haber ganado con 70% del voto a su favor. Con la sola presencia de los también dictadores de Cuba y Nicaragua, Maduro “juró” la Constitución que en ese acto pisoteaba. ¡No puede haber mayor infamia que jurar una constitución flagrantemente violada!
Por lo mismo, es una gran incongruencia haber descalificado el resultado electoral que llevó a Calderón al poder en 2006 tachándolo de “espurio”, y ahora avalar el fraude de Maduro (con un diferencial de votos mucho mayor que el que obtuvo aquél), enviando a un representante a su toma de posesión.
En su libro “En defensa de la política” (INE y Tusquets editores, México, 2000) Bernard Crick escribe: “La política es una manera de gobernar comunidades plurales sin violencia innecesaria” y agrega: “la ética política no es un tipo inferior de actividad ética sino un campo ético independiente y justificable en sí mismo. La política, lejos de ser un mal necesario es un bien práctico. La actividad política es un tipo de actividad moral; es una actividad libre, creativa, flexible, agradable y humana, puede crear sentimientos de comunidad (p.168) y concluye: “la ética política” o la ética constitucional” es una condición necesaria de sociedades libres” (p.173).
Hoy vivimos la degradación de la política, la regresión a la sociedad tribal en donde un criminal convicto y un usurpador pueden gobernar y decidir el destino de millones de seres humanos. ¿Qué hemos hecho, o dejado de hacer para que esto fuera posible? Estamos normalizando la ignominia.
Docente/investigador por la UNAM
