En su Historia táctica del futbol, Jonathan Wilson menciona que el 11 de diciembre de 1980, la Federación Sueca de Futbol declaró oficialmente que “el estilo inglés ya no sería jugado más por su selección nacional ni enseñado en ninguna institución nacional.” Dicha declaración trae a la mesa una reflexión importante; los equipos de futbol que han tenido éxito en la historia suelen tener un estilo y una estrategia que los define; el jogo bonito de Brasil, el futbol total de los holandeses, el tiki-taka de Barcelona, o el catenaccio de los italianos. Esto no significa que los equipos no adapten o evolucionen sus estilos, pero sí que detrás de esos cambios existe una visión y una estrategia desde el cual partir. ¿Cuál es el estilo de México?
En México los directivos no hablan de un estilo. El futbol mexicano ha sido secuestrado por los empresarios y los oportunistas que solo buscan acomodar sus intereses económicos. Como casi en todo México, el futbol está sujeto a la frivolidad de intereses y por lo tanto a la intrascendencia del corto plazo. El torneo local se juega con los mismos entrenadores desde hace 20 años. Es muy revelador que ninguno de estos técnicos mexicanos hayan tenido éxito entrenando en el extranjero y ni siquiera lo haya intentado. Al igual que muchos empresarios, su éxito solo es posible en el contexto protegido del compadrazgo nacional. Mientras que países con menor capital futbolistico como Colombia o Chile crearon escuelas de entrenadores que se atrevieron a salir de sus países, en México los entrenadores se reciclaron. Hoy Colombia y Chile son más exitosos que México, tienen un estilo definido y tienen entrenadores en muchas ligas del mundo.
Quizás no hay nada más revelador que la manera en la que se ha elegido a los técnicos de la selección para entender el grado de improvisación que rige al deporte. ¿Cuál es la lógica detrás de contratar a un técnico para la selección? En 1994 con una de las selecciones más talentosas y homogéneas que hemos tenido, Mejía Barón apostó por un 4-4-2 cuyo epicentro era una sólida mediacancha. Quedaban en esa selección moronas degradadas de la filosofía de Menotti, a través de la posesión y el buen toque de balón. La selección jugaba bien porque tenía buenos jugadores que se entendían en el terreno de juego, pero desde la partida de Menotti faltaba una visión táctica que diera seguridad y argumentos al juego de México. En el partido contra Bulgaria no hubo planteamiento táctico para vencer a la resiliencia búlgara, el equipo técnico confiaba tanto en los individuos sobre el sistema que no quiso hacer cambios a pesar del evidente desgaste.
La selección mexicana del 93 y 94 jugaba bien y tenía indicios de un estilo; posesión y control de la media cancha. Lo natural hubiera sido encontrar a un técnico que construyera a partir de esas bases. No fue así. Las circunstancias y no la estrategia han definido la sucesión: el mejor postor, el disponible, el que ganó el torneo local, o el extranjero que no rechaza el trabajo.... Bora en 1995 jugaba un futbol anacrónico y defensivo. Manuel Lapuente fue un buen técnico pero jugaba a un fútbol casi contrario al de Menotti. A la selección no le fue mal con Lapuente, aunque nunca logró un estilo definitorio. Si ya se había elegido ese camino, lo natural hubiera sido buscar a alguien que partiera de ahí. Eso no sucedió. Enrique Meza jugaba con un pragmatismo defensivo a-teórico, su equipo no tenía ni el concepto de la posesión de Menotti, ni la valentía del de Lapuente. Llegó Javier Aguirre con un futbol basado más en un manejo emocional de sus equipos que en un marco táctico en específico. Aguirre siempre supo jugar desde la desventaja, proliferó cuando era el más débil. pero ante un equipo igual como Estados Unidos no encontró los mecanismos tácticos para vencer.
La selección de Ricardo La Volpe ha sido posiblemente la que mejor ha jugado al futbol. La Volpe dio seguimiento al concepto de Menotti y llevó a otro nivel las bases del estilo de juego. Un fútbol trabajado desde atrás, elaborado a base de posesión. Su futbol se ejercía a partir de las cualidades del deportista mexicano y no a pesar de ellas. Un futbol técnico y de posesión para futbolistas sin tanta presencia física pero con buena técnica. Un futbol donde el conjunto fuera más que las individualidades, para un espectro futbolista sin ningún fuera-de-serie ofensivo. La Volpe contaba con un extraordinario Rafa Márquez y un gran Osorio y fueron ellos, la base alrededor de la cual se construyó el modelo de juego. México tenía un estilo. “Por eso todo el mundo evita hacer lo mismo que los mexicanos. El mundo escoge una manera, los mexicanos otra. Unos empiezan, otros salen.” escribió Pep Guardiola. Es posible que sea la única vez que la frase “El mundo escoge una manera, los mexicanos otra.” se ha dicho como un halago.
El avance futbolístico que se dio con La Volpe, y que asombró a Guardiola, no tuvo continuidad. Hugo Sánchez fue nombrado técnico y aunque por momentos la selección jugó bien, nunca quedó claro a qué jugaba y por qué jugaba así. Sven Goran Erickson era un técnico con mucho pedigrí pero su estilo de juego, pragmático, rígido no favorecía a las características de sus jugadores. México jugó el mundial del 2010 con un 4-3-3 deslucido. El equipo de Aguirre, atrapado entre generaciones, nunca tuvo un estilo de juego. Luego la historia se repitió: Vucetich pragmático y conservador reemplazado por el frenesí en ataque de Herrera, etc… Hoy, la selección mexicana vuelve a la escuela de Menotti y La Volpe a través de un discípulo de Bielsa, le vaya bien o le vaya mal, sabemos que su estilo de juego no será un argumento para escoger al que le siga.
Hablo de futbol porque ya se ha hablado mucho de política. Pero si el lector fuera a cambiar el nombre de los técnicos por el de cualquier presidente, gobernador o funcionario público, vería que la historia política del país corre en paralelo a la de su futbol. Si el lector fuera a cambiar el nombre de los entrenadores que no buscan competir internacionalmente por el de los empresarios o políticos. Un técnico tecnócrata, uno rígido y autoritario, otro populista, uno emocional, otro más asistencialista, construyendo un país o una selección a base de improvisaciones, de obstinación u ocurrencias. Detrás de todo no hay una escuela de pensamiento mexicano, no hay un modelo de juego profundo y serio que aproveche nuestras cualidades y esconda nuestras limitaciones. No hay visión ni estrategia. ¿A qué juega México? Solo a sobrevivir dentro de su caos.
Analista político