Inmersos en el encono de la polarización política, los bandos suelen actuar, decir, hablar, sin pensar. Las emociones ganan la guerra sobre el pensamiento y tanto los que están a favor del gobierno como sus detractores han caído en un juego de emocionalidad política que destruye toda posibilidad de pensamiento. La realidad nunca se encuentra en los extremos.
Esta semana el gobierno de la república envió una carta al Parlamento Europeo donde los llamaba “borregos”. La carta es uno de los más tristes episodios en la política exterior mexicana. Se trata de una carta que revela un nivel intelectual y de entendimiento de mundo muy bajo. Una carta emocional mal redactada y mal pensada.
Una carta de esa naturaleza es inaceptable de un jefe de Estado mexicano. Sin embargo, como lo he escrito antes, AMLO ha rechazado convertirse en jefe de estado para poder permanecer en campaña. En ese sentido la carta puede parecerle lógica. El mundo exterior le importa poco y llamarle “borregos” a los legisladores europeos puede ser bien recibido entre sus votantes. Diplomáticamente es un lenguaje burdo y vulgar, pero popularmente agrada. Es evidente que al Presidente le importa más mantener su popularidad que fortalecer al Estado.
Sin embargo todo esto tiene matices, y en la polarización se suelen perder. La carta es inaceptable pero también hasta cierto nivel inofensiva. La Unión Europea tiene asuntos más importantes que atender que un enfrentamiento con México. Y México también tiene asuntos más importantes que resolver. En ese contexto es difícil entrever un costo político o económico derivado de la errada misiva.
Algo similar ocurrió hace unas semanas cuando AMLO declaró que estaba considerando poner “en pausa” las relaciones con España. La declaración de AMLO indignó a muchos miembros de la alcurnia mexicana y la oposición partidista e intelectual. Pero el cálculo político de AMLO fue adecuado. España no está en ninguna posición para entrar en conflicto con México. AMLO intuyó eso y entendió que era una buena posibilidad para mandar un mensaje que sería bien recibido por su base política. Es cierto que la inversión española en México es sumamente importante, pero ¿a dónde se irían esos inversionistas si dejan México? Para la mayoría de ellos salir de México es impensable, el beneficio de estar en esta economía es demasiado grande.
Sin embargo, para algunos mexicanos esto resultó inaceptable. ‘¿Cómo se iba atrever un presidente mexicano a meterse con España?’ Existe un sector que sigue viendo la relación desde la verticalidad. España misma ha empujado esto, buscando desesperadamente colocar el fallido concepto de Iberoamérica. Sin embargo, la realidad es que en el juego geopolítico hoy en día España necesita tanto o más a México, que México a España. Esto lo evidenció el país ibérico cuando el canciller español respondió la afrenta de AMLO diciendo que él prefería “acelerar” las relaciones entre ambos países. Tan solo unas semanas antes y ante un embate similar, la cancillería panameña había respondido con dignidad a México, exigiéndole respeto, algo que no pudo replicar el canciller Albares.
Ciertamente el manejo internacional de AMLO no es el óptimo ni es el mejor, pero tampoco ha tenido consecuencias irreversibles. La idea de la oposición de que somos el “hazmerreír internacional” sólo existe en sus cabezas y entre las diásporas latinas de Miami. Una parte de ese pensamiento se ancla en ideas colonialistas y aspiracionistas, otra en una percepción de que México es y debe ser débil. Afortunadamente este gobierno no comparte esas ideas. Lo irónico de la situación es que en la actual administración México ha vuelto a tener protagonismo en su región y en el mundo. Fuera de los ocasionales desvaríos del presidente, en temas internacionales la cancillería ha hecho un trabajo loable. Por primera vez en décadas México ha asumido su rol en Centroamérica, América Latina y cada vez más en el mundo. Poco a poco América Latina vuelve a reconocer el liderazgo de México.
Desde la comodidad de Twitter muchos excancilleres y analistas atacan el actuar de México en el mundo. Lo cierto es que ninguno de ellos logró hacer lo que esta cancillería ha logrado. Muchas veces he usado este espacio para criticar al gobierno, pero también es válido reconocer los avances que han tenido en política exterior. Los logros de México en esta área han sido posibles por el poco interés que tiene el Presidente en el mundo. Esto ha permitido que el canciller trabaje con una independencia inusitada entre el gabinete.
Ante la carta enviada por el gobierno al Parlamento Europeo mucha de esta intelectualidad polarizada pidió la renuncia del canciller. Si la preocupación sobre la carta es genuina, entonces lo peor que podría pasar sería la renuncia del canciller. Ante la torpeza de la carta, se necesita a alguien con entendimiento del mundo que sea capaz de resolver. Los que piden su renuncia caen en el mismo error de la polarización en la que cae AMLO, prefieren sus intereses propios que los del país.
Analista político