A la oposición le urge un estratega. Le urge una estrategia. Parece muy tarde para ganar, p ero al menos se puede evitar una catástrofe. En la Alianza, la contienda interna es un caos y esa misma imagen denota al público. Nunca iba a ser fácil organizar los restos de lo que apenas hace un sexenio eran las tres fuerzas políticas más grandes del país, pero a estas alturas tener orden y estrategia no es un asunto de organización sino de supervivencia. En la encuesta de mayo publicada por Enkoll/El País, Morena subió 6 puntos con respecto al mes anterior y todos los partidos de oposición registraron una caída. Más preocupante aún, en un ejercicio hipotético en el que esta encuesta plantea a Luis Donaldo Colosio como candidato de MC, la Alianza PRI-PAN-PRD queda en tercer lugar con cualquiera de sus candidatos.

En ese contexto resulta sumamente confuso entender la decisión de Xóchitl Gálvez. ¿Quién la está asesorando? Xóchitl es el mejor perfil entre la oposición, y por ello mismo estaba colocada en una posición firme para ganar la CDMX. Hace unos meses, un reporte que llegó a manos del presidente, lo informó de que Xóchitl estaba arriba en la capital y que si ella era la candidata había riesgo de perder la ciudad. Esto generó preocupación en el gobierno; el único candidato que compite con Xóchitl en la Ciudad es García Harfuch, pero no es del agrado del presidente. Sin Xóchitl, las aspiraciones de la oposición en la capital disminuyen estrepitosamente. Ganar la CDMX es el golpe más fuerte al que —de forma realista— la Alianza aspira en las próximas elecciones. La CDMX fue la plataforma que catapultó a AMLO a la presidencia, pero también puede ser, a largo plazo, el lugar donde inicie el fin de su movimiento: para que eso suceda, hay que arrebatárselo.

En política nada está escrito, pero las probabilidades de que la Alianza gane la presidencia son demasiado bajas como para sacrificar la posibilidad de ganar la CDMX. Xóchitl acaba de sacrificar un posible triunfo en la capital por una probable derrota a nivel Federal.

Si la nominan para presidenta, la Alianza tiene posibilidades de recortar los márgenes e impedir una mayoría de Morena en el Congreso, pero pierden la posibilidad de gobernar la capital del país. Esto no es menor, la CDMX no es solo el segundo padrón electoral más grande del país, sino la plataforma que construyó a López Obrador, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, las tres figuras más importantes del morenismo.

A veces es difícil interpretar, y después aceptar, las coyunturas históricas, pero estás suelen ser determinantes. No hay ningún indicio de que el 2024 pueda ser el año en el que la oposición recupere la presidencia: los números, las narrativas y su propia historia y pugnas internas juegan en contra de ello. En cambio, hace 3 años, la oposición le dio el golpe electoral más fuerte a la izquierda desde que ésta tomó control de la Ciudad en 1997; hay un camino por construir sobre ello.

El cortoplacismo suele ser un mal enemigo de los políticos. Es evidente que la posibilidad de una candidatura presidencial seduce a cualquiera, pero los tiempos en la política lo son todo: hace 6 años Anaya se apresuró, Colosio en cambio parece entender que no tiene nada que ganar en 2024, y es mejor esperar.

Por ello lo de Xóchitl sorprende, en lugar de ser la candidata que ganó la CDMX, podría convertirse en la candidata que perdió la presidencia. Desde la capital, tendría que tener una gestión tan desastrosa como la de Mancera para no ser una candidata fuerte y natural en 2030. En cambio, solo AMLO ha ganado la presidencia después de haberla perdido en otra elección. Jugar a ser AMLO, es una mala apuesta para cualquiera.

Hay caos en la Alianza y eso se nota. Xóchitl podría calibrar, aprovechar la exposición mediática de su supuesta campaña presidencial para luego empujar su aspiración a la CDMX. Pero en política los símbolos importan, y no es lo mismo ser la candidata que va adelante en la capital, a ser la candidata que perdió la candidatura presidencial de su propio partido y como premio de consolación irá por la ciudad. No es lo mismo llegar con todo por ganar, que intentar ganar una vez perdido.

En el camino a la presidencia la oposición no tiene narrativa, no tiene proyecto y no tiene estrategia: el caos es un mal aliado de los que buscan la victoria. Lo que la Alianza carece, Xóchitl tiene el potencial de tener; su carrera tiene una narrativa que se puede construir, hay también una visión en ella, pero su estrategia parece estar defraudándola. El potencial comunicacional de su figura es enorme, y cualquier estratega reconocerá en ello una verdadera posibilidad de construir una campaña exitosa, pero el contexto importa.

Hoy, los mejores perfiles de la oposición son mujeres. Beatriz Paredes es una política congruente, culta y preparada, pero su partido juega en contra de sus aspiraciones. Xóchitl Gálvez es la mejor carta que tiene la oposición para ganar la capital y en seis años pelear la presidencia. Quemarla ahora, en una lucha fútil, es un error. Si la oposición quiere recortar distancias para evitar una mayoría de Morena en el Congreso deben preparar una extraordinaria campaña, pero no sacrificar a su mejor perfil.

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