Hace un par de meses, cuando me topé con esta nota en The Guardian, hice muchos corajes. Muchos. Como Carrie, la de la película, me dieron ganas de tomar venganza, prenderle fuego a la vida y acabar con los culpables. Traté de liberar mis pensamientos por medio de la escritura, pero el contenido resultó ser un conjunto de groserías y maldiciones salpicado de palabras totalmente incoherente. Así, ahora lo intento de nuevo, más tranquila, resignada, para contarles los más recientes planes del Grupo Nueva Pescanova, una compañía española que se dedica al cultivo y venta de animales acuáticos comestible con plantas en Ecuador, Nicaragua y Guatemala. Suman 7,000 hectáreas (10 mil campos de futbol) dedicados a la acuicultura con especies como camarones, rodaballo, langostinos, todos bajo las más estrictas normas de calidad y demás. Su marca comercial “Pescanova”, ofrece productos de muy buena categoría que se encuentran a precio accesible en los principales establecimientos. Excelente idea, todo muy bien. Ahora, Pescanova Biomarine Center, filial de la empresa, está esperando permiso para echar a andar en Galicia la primera planta de cultivo de pulpo, un espacio que eventualmente proporcionaría 3000 toneladas de carne para consumo humano. Hablamos de un millón de animales sacrificados anualmente.
El pulpo es muy sabroso, eso que ni qué, en su tinta, a las brasas, en coctel, a la gallega, se calcula que el ser humano consume unas 420 mil toneladas métricas al año de este poco agraciado molusco que prefiere la soledad y, suele vivir entre las rocas y aguas poco profundas de los grandes océanos del mundo. El pulpo es también uno de los animales más inteligentes que conocemos, un ser viviente que experimenta dolor, tiene memoria, un sistema inmune innato, distingue figuras, reconoce patrones. Una cabeza, seis patas y dos brazos, sin esqueleto; las 1,600 ventosas que vemos en los llamados tentáculos son terminaciones a través de las cuales el pulpo siente y huele. Y aun así… La idea me mata.
Yo dejé de comerlo más o menos cuando el debut estelar de Paul, aquel pulpo que de alguna manera le atinaba a los partidos del Mundial 2010. Y no es que crea que son animales mágicos o seres de otro mundo (que también se rumora), simplemente el conflicto moral es mayor que mi antojo. Tampoco estoy tratando de convencer a nadie de cambiar su dieta, la cosa no va por allí ni contra Nueva Pescanova en particular, por mi podría ser Acme o Patito, da igual. Mi pregunta es: ¿Hasta dónde puede llegar la gula del ser humano? Pinche necedad. ¡No hemos aprendido nada! Roberto Romero Pérez, representante del grupo, afirma que desde el punto de vista científico el proyecto es clave y fundamental para el futuro de la acuicultura. Seguramente. También lo fue la bomba atómica para la física. Dónde queda la ética, la moral. Me imagino tanque tras tanque pintado de blanco, con luz tenue, donde se están realizando los primeros experimentos. 50 pulpos en un espacio de 16 metros cuadrados, acurrucados en las esquinas, casi inmóviles. Para Romero Pérez es un triunfo al no presentarse canibalismo u agresión entre los animales dada la perfección de las condiciones; ahora sólo queda replicarlo a gran escala. Yo, en mis peores pesadillas, me imagino a los pulpos aterrados, sin saber qué hacer, como niñ@s chiquit@s de ojos asustados que buscan consuelo entre ellos mismos. ¿Quién lo sabe? ¿A alguien le importa?