Una de las mejores definiciones de IA que he encontrado hasta ahora fue escrita por Rob Toews para Forbes y dice: “... (es) un campo de estudio completo orientado al desarrollo de sistemas informáticos capaces de realizar tareas que de otro modo requerirían inteligencia humana”. Sus componentes principales son sistemas computacionales, datos, gestión de estos y, algoritmos avanzados o código, o sea recopilar y procesar datos. Dicho de otro modo, es un gran procesador de datos que no distingue lo verdadero de lo falso. La velocidad con la que IA aprende es incomparable a la del más genio de los genios. Por ejemplo, AlphaZero, un programa de ajedrez, acumuló en 4 horas la experiencia de 500 anos de movidas estratégicas. Que las computadoras y sus programas puedan tomar decisiones propias sin intervención humana. Suena de miedo. Para Stephen Hawking, la IA puede llegar a significar una enorme competencia para el ser humano con beneficios y riesgos incalculables “como una tecnología que supere en inteligencia a los mercados financieros, en invención a los investigadores humanos, en manipulación a los líderes humanos y en desarrollo de armas que ni siquiera podemos entender” (Wiki). A mí me disculpan, pero no se necesita de IA para manipular líderes o fabricar armas, pero esa es otra historia. En cambio, ya nos facilita la vida de manera a veces imperceptible: compras en línea, Google maps, el teléfono móvil con todas sus gracias, Siri, Alexa y, por supuesto, los algoritmos de redes sociales, YouTube y similares. Esa impresión que a veces nos da de que el teléfono “adivina” lo que queremos o buscamos en un momento dado es también un algoritmo de inteligencia artificial, el único cuya explicación me es incomprensible. En más de una ocasión he abierto YouTube para encontrarme con que la aplicación “sabe” perfectamente de qué humor estoy y qué es lo que quiero oír, no solo eso, sino que además los anuncios son alusivos a cualquier posesión material nueva que traigo en mente.

Como todo en esta vida, la Inteligencia Artificial tiene un potencial inmensamente beneficioso para el ser humano, nos puede hacer la vida más sencilla, más productiva y sana, los avances médicos y científicos están logrando niveles de diagnóstico físico del 100% y la calidad de vida de personas de capacidades diferentes ha mejorado en muchos aspectos prótesis avanzadísimas, detección temprana de enfermedades serias, mayor precisión en el diagnóstico y tratamiento de las mismas, etcétera. Pero siempre tendrá limitantes. Tomemos el caso de la psicoterapia. Aunque ya existen aplicaciones que prometen mejorar la salud mental de una persona, es imposible interpretar el problema porque mientras la máquina tiene buena memoria, es incapaz de captar a través de una pantalla lo que el cliente o paciente siente. Percepción, emoción, sentimientos, sabiduría, empatía, son herramientas clave en psicoterapia, son lo que permite al terapeuta indagar, acompañar, ayudar a sanar. Me puedo sentir fatal y esbozar una gran sonrisa, ¿qué reacción me va a ofrecer una máquina? ¿Qué consejo? ¿Cómo interpreto su silencio?

Como toda “novedad”, la Inteligencia Artificial está rodeada de mitos y conjeturas que solo el tiempo resolverá. Se usa y usará para bien y para mal. Ya cada quien...


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