“Todos estamos en remisión, en una carrera contra la muerte”, manifiesta María de Alva, y no es una reflexión ajena a la vida cotidiana, puesto que desarrolla una historia que le duele y que al parecer es muy cercana a sus pensamientos, sentimientos, reflexiones. Al menos así se percibe en su intensa novela Todo lo que no sabemos, publicaba por Hachette México, en julio de 2024, en su colección Literatura. Nunca mejor nombre para una colección de novelas como la de María, que es una declaración no pedida sobre el sufrimiento extremo y el contexto, que no deja de ser ese maldito invitado de piedra que puede echar a perder todo, incluyendo la vida de una familia con un padre que tocaba guitarra y cantaba. En La. Tómate esta botella conmigo…
María de Alva es originaria de Monterrey, y es parte de un absolutamente creativo grupo de narradoras que cuentan la vida de los regiomontanos con sus claroscuros, la redova, el cabrito, y los inesperados espacios entre lo bueno y lo malo. Allí donde la clase media toma su nombre. Todo lo que no sabemos son dos historias donde la desgracia y la estabilidad extravían el límite. María cuenta la vida de Cristina, la hija de un ingeniero asesinado, tío de la narradora, que intenta superar un cáncer terminal. Los dramas no tienen recuerdos. Al menos en esta novela queda claro que bien poco le sirve a la doctora Cristina Vélez, mientras es sometida a quimioterapias, su historia personal, el momento terrible en que perdió a su padre asesinado en una calle por guerrilleros que habían asaltado un banco. Como referente, el asesinato ocurre meses después que el de don Eugenio Garza Sada, que se considera un parteaguas en la lucha guerrillera y sus pocas posibilidades de éxito.
De Alva cuenta la historia de las familias. La escuela, las fiestas, las navidades, las abuelas, la convivencia y cómo este asesinato destruye esa vida tranquila, con fines de semana de reuniones familiares, música, cerveza y carne asada. Y luego una gran verdad, “ los muertos nos hablan, pero a veces no les tenemos respuesta”. La muerte de Antonio Vélez introduce la presencia del detective Samuel Rodríguez, que dirige una investigación donde los misterios parecen tragarse todos sus hallazgos. Aparece, además de partes de la historia de la Liga Comunista 23 de Septiembre, un avión secuestrado que se llevaron a Cuba con todo y pasajeros. ¿Por qué? Usted debe seguir a la narradora y participar en las conjeturas.
María de Alva escribe capítulos largos donde nada deja al azar. Su narrativa es fresca y profunda, emocionante, de tal suerte que usted siempre querrá saber qué pasa. ¿Con quién? Con Cristina y su tratamiento de cáncer que es un verdadero suplicio; con los hermanos, que son profesionistas exitosos; con Emilia, su madre, que toma decisiones que parecen descabelladas; con los discos de Antonio, con la investigación de Rodríguez, con las guitarras del ingeniero asesinado, con los guerrilleros que se asilaron en Cuba, con la narradora que tiene una hija y que un día su prima Cristina le deja una USB con la declaración de que es su biografía. Esta novela también es un testimonio de cómo los años moldean las familias y cada miembro usa su propio espejo. Lo fascinante es que les va a gustar y que comprenderán por qué nuestro país genera tantos muertos en que nadie resulta culpable. Ya me contarán. Mientras escuchen a Roberta Flack, “Killing me softly with his song…” Una rolita de aquéllas, a poco no.