¿Cuántas clases de crímenes hay? Se preguntará el lector después de seguir a Sabina Miranda y Checo Ayala, una pareja de policías sonorenses que buscan a los asesinos de Ringo Lomelí, un acaudalado productor de naranjas y otras cosas que mantenía en secreto empresas, así como aspectos importantes de su vida privada. Hay dos elementos que juegan fuerte, fue eliminado con crueldad y en la prepa fue novio de Sabina. Tal es la historia que desarrolla César Gándara en Luz de naranjos, novela que fue distinguida con el Premio del libro sonorense en 2023 y publicada por Nitro/Press y el Instituto Sonorense de Cultura en septiembre de 2024. Algo que a usted le conviene saber es que: “Una buena carne asada se pone sobre las brasas, se le echa sal y listo. Nada de pimienta, ni hierbas, ni adobo”. Pruebe y verá.

Ringo Lomelí es asesinado a puñaladas y luego machacado con un troca vieja en la ribera de un río. Hasta allí llegan Sabina y Checo. Ella descubre un tatuaje en el cadáver y se marea. Sabe de quién se trata. Conoce sus sueños y confusiones de la época de la prepa y que después aparece como uno de los empresarios más fuertes del estado. Esos a quienes los políticos nacionales y locales les piden coperacha a cambio de futuros favores. El hecho genera una serie de cambios que Sabina no entiende, Checo algo sabe pero no lo dice. Empiezan con la sustitución del jefe de Sabina por un viejo policía que fue su maestro en la Academia. Luego ordena a la chica que deje el caso porque debe viajar a la CDMX, donde la espera un puesto que le conviene. Le pide placa y pistola. Aquí se combinan dos cosas. “Un viejo amor no se olvida ni se deja”, dice una rolita de Los Cadetes de Linares. La otra es que Sabina es terca e inteligente y no está conforme con lo que pasa alrededor.

Los hechos ocurren cerca de Santa Gracia. Gildardo, abogado típico, hermano de Sabina, le aconseja que no se meta en embrollos, pero como dije, ella va con todo. La investigación avanza lento. Descubren que el angelito robaba agua a los indígenas y que estaba casado con Angélica. La encuentran en Cajeme en un club de tenis. Antes, la detective conoce al hijo de Ringo, un niño avispado que le da un par de pistas. Mientras eso, Miranda y Checo son atacados por sicarios en el hotel donde descansan un poco. Por su lado, Checo busca a su amigo policía Vizcarra, aficionado a tirar guantes. A cambio de unas heladas le suelta un par de cosas donde aparece un poderoso empresario, Idilio, que está asociado con asiáticos en el negocio de las minas, cuyo producto viaja directo a oriente para abastecer la industria de celulares y anexas. Los policías también van a Cocorit, una comunidad indígena donde hornean las empanadas más ricas del mundo. El protocolo indica que deben pedir autorización a don Severo, el jefe, para hablar con Sombra, un yaqui muy fuerte, sospechoso de ser el asesino de Ringo. ¿Qué ocurre?

A partir de aquí la historia se acelera. Los detectives perciben que están a punto de despetalar la margarita. Se mueven rápido y ya verá usted el papel de Angélica, Idilio, Vizcarra y otros personajes que toman fuerza en una trama perfectamente cimentada. Gándara no deja cabo suelto, una exigencia de la novela policiaca. Ya verán como ni en la última página da concesiones. Disfruten amigas y amigos, que para eso nos esmeramos. Una cosa, amen sin restricciones, que los besos, las flores, los chocolates y los abrazos sean las palabras.

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