Hace 11 años y cuatro días, José Emilio Pacheco dejó en claro que era inmortal. Un día de algún año, nos encontramos en la FIL de Guadalajara y le di un abrazo. Acababan de distinguirlo con el premio Cervantes y nos causó una gran felicidad. Me confesó que leía EL UNIVERSAL y, por supuesto, mi columna. ¿En serio? Le di las gracias. Enseguida me señaló que era importante porque pocos escribían sobre libros de escritores mexicanos; que no dejara de hacerlo, que era muy necesario. Ucha. Lo abracé de nuevo y le prometí que mientras EL UNIVERSAL me lo permitiera escribiría sobre los nuestros y sobre los libros de amigos de otros países. Como ven, ahora escribo sobre El principio del placer y otros cuentos, publicado en 1972 y ahora por Tusquets Planeta, en junio de 2024, en México. Nobleza obliga.

Son seis relatos que expresan un mundo narrativo inmarcesible. El que abre es lo que le ocurre a un joven que se enamora perdidamente de una chica que se llama María Luisa. Hay besos, caricias, prohibiciones, revelaciones y misterio. Cuando lo lean o lo relean, no dejarán de pensar en las relaciones en los años 50. En el segundo cuenta la historia de un par de amigas capicúas. Tremenda historia. Similar a la que le tocó vivir a usted en la secundaria y su vida no era lo que es ahora. El tercero es de los mejores. Contiene elementos negros y fantásticos. Un escritor fracasado recibe una llamada de otro escritor fracasado que ahora es jefe en una revista. Le pide un cuento. Escribe La fiesta brava, una historia llena de símbolos. Una noche se lo entrega y se lo rechaza. El pasado que los une incluye una mujer hermosa con la que el segundo se casó. Le resultará excelente descubrir cómo la mujer se mantiene entre ambos y el final. No pueden perderse el final. Es el extremo de una elipse genial. Seguramente, cuando lea este cuento, se preguntará sobre José Emilio Pacheco, que nació en la CDMX en 1939 y de allí partió en 2014. Un autor que definió una época junto con Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y Fernando del Paso. Por supuesto que todos fueron nuestros maestros.

El cuarto cuento es una especie de sueño prolongado en que un niño genio toca el clavecín, sus compañeros lo detestan y cuando es adulto. ¿Saben qué le pasa cuando es adulto? La verdad, no es tan revelador como lo que le ocurre al narrador. Cuando lo lean, es muy probable que todas sus preguntas tengan respuesta. Lo mismo pasa con el quinto cuento, donde lo terrible se convierte en fantástico y lo fantasmagórico en una fecha del siglo XIX. Revela que, “En México siempre que se busca un cadáver se encuentran muchos otros”. El sexto implica una hermosa canción, La Paloma, pueden escucharla con Nana Mouskouri. Si la quieren menos clásica, busquen el video de Nana con Julio Iglesias. Ambas en Internet. Los cuentos de José Emilio son auténticas joyas que estimulan la inteligencia y la memoria. Una prueba muy potente de que la literatura mexicana tiene un lugar en el mundo porque los hombres y mujeres que la crean son geniales. Les será fácil percibir la finura del estilo y cómo la capacidad de contar se abre paso en cada línea de los textos. Si usted cree que tiene derecho a ser feliz, a tener esperanza de que nuestro país no se hundirá en la estupidez o en la violencia, leer este libro le hará sentirse en un mundo civilizado. Me alegra decirles que el martes, hasta las 20 horas, no se cometieron delitos en Culiacán.

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