El triunfo de Trump en las elecciones de los Estados Unidos es algo que interesa en diferentes países teniendo en cuenta el carácter de potencia mundial que tiene este país. En este caso haré un análisis de las encuestas a “pie de urna” que resultan interesantes, pues a diferencia de las realizadas previas a la elección han demostrado que son poco confiables. Me centraré en las variables étnicas y religiosas. Trump tuvo el apoyo de los blancos fundamentalistas protestantes que definen el llamado “cinturón de la Biblia”, quitándole a los demócratas el voto latino y porcentajes significativos de los católicos de origen europeo, que tienen una presencia importante en el llamado “cinturón del óxido”, estados que fueron industriales, pero que están obsoletos por el impacto de la globalización y la deslocalización industrial que se trasladó a países como Brasil, Argentina, Corea o México, donde la mano de obra es más barata. También implementó una estrategia “antiderechos” contra el movimiento feminista y los colectivos LGTTTBQ y además supo capitalizar el descontento de los trabajadores poco calificados que son afectados por la inflación de precios al consumo.
La campaña de Trump contiene dos elementos contradictorios “Primero América” y “Hagamos Grande de Nuevo a América (MAGA en inglés)”. Primero América es una estrategia aislacionista que se propone volver a los tiempos que los Estados Unidos eran una potencia industrial que exportaba sus manufacturas a todo el mundo, por lo contrario, MAGA implicaría volver a un mundo unipolar, donde la hegemonía militar de los Estados Unidos era un factor indiscutible, de algún modo remite a 1989, con la caída del Muro de Berlín.
La explicitación de estas políticas implica un discurso antiinmigrante que supone que los extranjeros no documentados son el origen del caos, esto es acompañado con un discurso antimexicano, según el cual el fentanilo y otras drogas que provocan la muerte de miles de ciudadanos es responsabilidad del gobierno de México, a esto se le agrega un sentimiento anti chino, según el cual este país sería responsable de la crisis económica y de una presunta competencia desleal.
La habilidad retórica de Trump está basada en una gran capacidad para llegarle al americano medio que está convencido (aunque no lo dice) que se terminó el “sueño americano” y que sus condiciones de vida no lograrán igualar a la de sus padres, capitalizando sus miedos y angustias existenciales, convencido además que las propuestas del Partido Demócrata han fracasado y está con la esperanza (o fantasía) de volver a ser “Una gran Nación”. Esta percepción generó una situación psicológica de angustia y pánico social, la percepción de que los Estados Unidos son una “fortaleza sitiada” por “huestes de menesterosos y delincuentes” que quieren “arrebatarles y despojarlos de Su País”, Trump es reconocido como un “Salvador”. En este contexto “Providencial” son inoperantes todas las estrategias desarrolladas por sus opositores de descalificarlo por su comportamiento personal, eso no les interesa a sus votantes, esperan que cumpla y los reintegre al Destino Manifiesto, la ideología nacional que considera que los Estados Unidos son el Nuevo Pueblo Elegido por Dios, en ese contexto dispensacionalista, el apoyo al Estado de Israel es indispensable pues ratifica un conjunto de ideologías milenaristas y mesiánicas.
Queda entonces por verse cómo implementa Trump su proyecto y esto explicaría por qué está designando a “todo vapor” a su Gabinete, el cuál debe ser ratificado por el Congreso y ese trámite lleva su tiempo. Trump es consciente que no necesariamente el Partido Republicano comparte su proyecto y por ello está interesado en neutralizar a los aparatos del partido para tener un grupo de colaboradores leales a su persona y su proyecto, no al partido, del cual desconfía y está preocupado de que no lo acompañen en la aplicación de sus políticas, por la existencia de compromisos sectoriales y de grupo.
Trump no la tiene fácil, en 1948 el presidente Truman dio un célebre discurso de Toma de Posesión donde definió y expuso el Proyecto de Nación después de la Segunda Guerra Mundial cuando Europa estaba en ruinas y la Unión Soviética se consolidaba con un Bloque de Países satélites. El Siglo XXI es otra realidad, la Unión Europea trata de consolidar una política propia, la República Popular China se expande en Asia, África y América Latina, Rusia compite y desarrolla sus propias alianzas. El bloque de los BRICs se está aliando con los países árabes productores de petróleo. Los productores de petróleo mantuvieron altos sus precios y esto afectó al Primer Mundo generándoles inflación y descontento social.
La historia nunca se repite, ese es el desafío para quienes viven de sus recuerdos y piensan que es simplemente el desarrollo de su voluntad y nostalgias del pasado. Habrá que ver como “entienden los signos de los tiempos”.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH