Donald Trump, el anterior presidente de los Estados Unidos y actual candidato republicano para ese cargo en las elecciones de noviembre de este año, y puntero en las encuestas, nos obsequió la frase según la cual los migrantes pondrían en peligro la salud de los norteamericanos “envenenando la sangre de los americanos”.
Este enunciado fue repudiado por los grupos de afroamericanos y la colectividad judía por las reminiscencias hitlerianas, quien fundara la teoría del Holocausto para garantizar la “pureza racial de los arios alemanes”. Trump se retractó con cierta rapidez, tratando de explicar que no quiso decir lo que dijo, pero un enunciado de esa crudeza merece un análisis. Es muy importante para comprender la tenaz resistencia de las autoridades de ese país y un sector amplio de los blancos, anglosajones y protestantes (WASP) al arribo de migrantes de “color”, como suelen etiquetar a latinoamericanos, asiáticos y africanos.
Los WASPs están convencidos que existe una conspiración de la “gente de color” para quitarles el país, y el arribo de los inmigrantes es utilizado con fines políticos para escalar pánico social en esta población que se siente amenazada por el arribo de miles de personas que están llegando al “Primer Mundo” en busca de mejores condiciones de vida por una serie de situaciones dramáticas en el Tercer Mundo, como resultado del colonialismo, el neocolonialismo, el subdesarrollo y otras formas de dependencia estructural, social, política y económica.
La actitud del gobernador republicano de Texas también alertó que los Estados Unidos estarían siendo invadidos por los migrantes. El “ejército invasor” obligaría a la adopción de medidas de autodefensa, a la vez que recrimina al presidente Biden (demócrata) que no “hace nada” ante el “ejército de ocupación”. Esta perspectiva le proporciona fuertes réditos electorales siendo una estrategia efectiva que le garantizó su reelección y a su partido probablemente le facilite el triunfo en las elecciones de noviembre próximo. Es probable que además de la presidencia logren mayoría en ambas cámaras del Capitolio.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en repetidas oportunidades les ha recordado que los Estados Unidos son un país de migrantes, pero debemos entender que hay de migrantes a migrantes. En 1606 los colonos proclamaron la Carta de Virginia, que definía los derechos de los ciudadanos, pero en agosto de ese mismo año llegó el primer barco con africanos esclavizados. En 1776 se proclamó la Declaración de Derechos de Virginia, considerada la primera declaración de derechos humanos y de los ciudadanos, pero los Padres Fundadores no incluyeron a la población de origen africano en estos beneficios, ni a los pueblos originarios que fueron cruelmente exterminados. La doctrina del “destino manifieste” plantea que Dios eligió a los Estados Unidos y específicamente a los WASP, para guiar el mundo.
La llegada en sucesivas oleadas de migrantes tercermundistas es percibida por los WASP, que se expresan políticamente a través del Partido Republicano, como parte de una estrategia demoníaca que pretende destruir el Plan de Dios para esta potencia mundial. Este es el tamaño de la percepción social, la cual es hábilmente utilizada por los republicanos para generar pánico social.
Es esta perspectiva, la agenda feminista de la comunidad LGTBQ, de la afirmación positiva y la teoría del racismo estructural de los demócratas, serían parte de este plan satánico para “destruir” a los Estados Unidos, alejándolos de su Destino Manifiesto.
Al pánico social, debemos agregarle una situación económica difícil como resultado de la inflación y el alza de la tasa de interés que incrementa el costo de créditos e hipotecas. Esta situación lleva a que la mayoría WASP perciba como legítimo el asalto al Capitolio para impedir el recuento de votos y el triunfo de Biden y considera que los presos acusados de conspirar contra el proceso electoral son “rehenes”, como reclama Trump, quien tiene amplias posibilidades de volver a la Casa Blanca.
Probablemente, a un lector poco avisado le resulten extraños los comportamientos de Donald Trump y los argumentos del gobernador de Texas; sin embargo, debemos entender que estos planteos son vistos como consistentes por un amplio sector del electorado norteamericano y muy probablemente decidan los resultados electorales de noviembre, con las repercusiones que esto pueda tener en nuestro continente y en el mundo. Como dice el dicho popular “Que nos agarre confesados”.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH