La fundación de los Estados Unidos fue un proceso complejo en términos político-religiosos, pues los europeos que habían migrado a esas tierras lo habían hecho en muchos casos huyendo o expulsados de sus países por sus particulares formas de cuestionar las religiones dominantes, que avalaban a su vez la legitimidad de sus respectivos monarcas. Muchos iban decididos a vivir en comunidades de fe, donde podrían hacer sus utopías realidades vitales.
Este proyecto de los ancestros de los “Padres fundadores” es clave para entender el de la Revolución norteamericana, de 1776, que influiría decididamente en la Revolución Francesa. La peculiaridad de la fundación de los Estados Unidos es que se consagró una república, en nombre de Dios, sin religión de estado. Pero, con un detalle: no todos son “iguales ante Dios”, los descendientes de afros no son ciudadanos y los nativos americanos que les dieran de comer a los migrantes puritanos, el Día de Acción de Gracias (en inglés: Thanksgiving Day), eran victimas de un exterminio sistemático; estas poblaciones no eran ciudadanos “americanos”. La lucha por los derechos civiles impulsada por el pastor bautista afroamericano Martin Luther King, quien sería asesinado el 4 de abril de 1968 exhibiría las carencias de las “minorías” en pleno siglo XX.
La multiplicidad de sectas religiosas que lo fundan lleva a un consenso novedoso para la época, pedirían la protección de Dios, todas las iglesias eran reconocidas, a la vez que proclamaban una “necesaria” separación entre el naciente Estado y cualquier organización religiosa, la legitimidad del estado provenía del “Pueblo de los Estados Unidos”, que en tanto comunidad de creyentes ejercía la “libertad” o libre albedrío que Dios diera a los seres humanos, al expulsar a Adán y Eva del Paraíso. Las distintas propuestas cristianas serían “denominaciones” del Cuerpo de Cristo, el concepto de Iglesia Cristiana en términos genéricos.
En este proceso, el Pueblo asumía que Dios los había elegido para construir esta Nación, con lo cual se define la identidad e ideología nacional del Destino Manifiesto, un nuevo Pueblo qué entonces se consagraría como el “elegido por Dios”. Esta peculiaridad le daría a los Estados Unidos un papel creciente de “conversión” del resto del mundo, que estaría (mos) en una posición similar a los gentiles bíblicos.
Los Estados Unidos tendrían la “noble” tarea de convertir al resto del mundo a la vida democrática y republicana. Sin olvidar la Doctrina Monroe que se planteaba una hegemonía estadounidense en el Continente, debemos mencionar el Punto IV del presidente Truman, quien en enero de 1949 al asumir la presidencia planteó que apoyarían el desarrollo de los pueblos del mundo a la vez que los convocaba a luchar contra el comunismo, como única condición para la cooperación internacional.
Estos elementos son claves para entender el giro radical que está imprimiendo a los Estados Unidos el proyecto de Donald Trump con sus planteos de MAGA (Hagamos a los Estados Unidos Grande otra vez) y Primero (Norte)América. La reformulación del proyecto de los Estados Unidos pasaría por posicionarse nuevamente porque los otros pueblos estarían abusando de la “generosidad” y hospitalidad del Pueblo Norteamericano y ello generó una situación novedosa: los Estados Unidos están convencidos que el Mundo tiene que “devolver” la inversión que hicieran para rescatarnos del comunismo y otras situaciones.
Otro aspecto novedoso es que definitivamente el Pueblo de los Estados Unidos estaría siendo “invadido” por los migrantes, quienes pondrían en peligro la integridad del país. También se identifica un conjunto de “enemigos internos”. Los portadores de la llamada cultura o izquierdistas woke que plantean proyectos igualitarios, reivindicaciones de género, el problema de los derechos de las minorías raciales, a través de la teoría del “racismo sistémico” que ponen en peligro la estabilidad de “América”.
La realidad es que la población WASP (“blanca, anglosajona y protestante”) ha disminuido considerablemente porque tiene una tasa de reproducción muy baja (0.9%) y las “minorías” asiáticos, hispanos y afroamericanos tienen muchos más hijos, esto inexorablemente lleva a que cambie la composición poblacional de los Estados Unidos. Otra situación es que las grandes compañías, han desarrollado una estrategia de globalización y deslocalización de la estructura productiva y ello implica que han desarrollado países periféricos, donde la mano de obra es más barata, a la vez que esto trajo la capacitación de trabajadores y empresarios locales, quienes compiten exitosamente con la mano de obra estadounidense.
Las iglesias están en un desafío, se unen el proyecto nacionalista de Trump o se coaligan con las feministas, los migrantes, las comunidades LGTTTBQ, los europeos, los latinoamericanos, los “tigres asiáticos”, en fin, con el resto del mundo que observa con asombro y espanto como trata de “manejar” el mundo un hombre que se considera el “elegido de Dios”.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH