Así reza un dicho popular que se refiere a las dificultades que puede generar cualquier apoyo recibido, que lo único que representa es un deterioro de las posibilidades de éxito, de quien recibe el presunto apoyo.
Ante el alud de comentarios sobre las distintas medidas adoptadas por el presidente Trump hay una que impacta directamente en la cuestión religiosa y es la designación de una responsable de la Fe, en la Casa Blanca, que presumiblemente garantizará un apoyo sistemático al fortalecimiento del cristianismo en el mundo y en los Estados Unidos, a cargo de la tele evangelista Paula White-Cain
“La Oficina de Fe de la Casa Blanca, bajo la dirección de White-Cain, tiene como objetivo promover iniciativas basadas en la fe y garantizar que las libertades religiosas sean respetadas en todo el país. Además, trabajará en conjunto con una nueva fuerza especial liderada por la Fiscal General Pam Bondi para combatir la discriminación contra los cristianos en instituciones federales como el Departamento de Justicia, el Servicio de Impuestos Internos y el Buró Federal de Investigaciones.”
Esta medida fue ampliamente respaldada por sectores conservadores como la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC) pues considera que:
“Su liderazgo y su inquebrantable compromiso con la fe son una inspiración para muchos, y sabemos que su labor continuará fortaleciendo el papel de la Iglesia en nuestra nación. Oramos para que Dios le conceda sabiduría y guía en esta importante misión.” La designada dirige una mega iglesia en el estado de Florida y tiene una larga trayectoria de respaldo a Donald Trump. Su propuesta teológica está en el campo de la teología de la prosperidad y ha sido cuestionada por otros evangélicos conservadores por diversos aspectos de su trayectoria personal y pastoral, no tiene una acreditación en teología de alguna universidad o seminario acreditado.
Lo más interesante para este análisis es la hipótesis de una persecución de los cristianos dentro de los Estados Unidos, quienes deberían ser reivindicados en el ejercicio de su derecho constitucional a la libertad religiosa. Estas afirmaciones están referidas a las formas de ejercer la libertad religiosa y por otra parte se cuestiona el concepto de laicidad de los Estados Unidos y de separación entre el Estado y las iglesias. Lo más notable concierne a la diversidad religiosa de los Estados Unidos y el trato de ciudadanos de segunda a quienes no participan de tradiciones cristianas.
Los sectores evangélicos conservadores manejan un concepto de libertad religiosa que les permitiría interferir en el comportamiento de otras personas, si consideran que perjudican a terceros involucrados, según su criterio. Tal es el caso del hostigamiento a las clínicas que realizan interrupciones de embarazos. Otro aspecto más controvertido incluye la negación de criterios científicos como las modernas teorías biológicas, que entran en conflicto con los criterios bíblicos. Recordemos que la estructura del sistema educativo de los Estados Unidos permite que las Juntas Escolares impidan a los maestros impartan contenidos que no coincidan con las Sagradas Escrituras.
Más complejo es la definición de los Estados Unidos como una nación cristiana, ello implica la noción de una relación estructural con esta propuesta religiosa, recordemos que en el Capitolio, sede del Poder Legislativo existen representantes y senadores judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, nativistas y no creyentes. La pregunta religión no está incluida en los censos de población, pero las realizadas por distintos centros muy acreditados alrededor del 30% de los norteamericanos, particularmente los jóvenes menores de 30 años se definen como “Nones” (en materia de religión, nada en particular).
Los textos legales estadounidenses acostumbran invocar constantemente a Dios, pero este concepto es manejado en forma sumamente ambigua e incluyente. Los representantes musulmanes han jurado habitualmente poniendo la mano sobre El Corán, su libro sagrado. En varios estados se intentó levantar monumentos a los Diez Mandamientos o colocar cruces enormes en lugares públicos que han sido retirados por acuerdos judiciales, pues este tipo de expresiones públicas se consideran que atentan contra la separación iglesias y estado que manda la Constitución y particularmente la Primer Enmienda. Los textos constitucionales hacen énfasis que la adhesión a una religión es una cuestión personal y de conciencia.
La definición del país como una “nación cristiana”, perjudica tanto a cristianos, como a no cristianos. Los cristianos se verán obligados a compartir los errores del gobierno, y los no cristianos verán en los hechos disminuidos sus derechos como ciudadanos. Como propone el título de este artículo: no me ayudes compadre.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH