“La ropa sucia se lava en casa” replicó el antiguo arzobispo de Jalapa, don Sergio Obeso, a los periodistas que trataban de entrevistarlo por los abusos sexuales de altos cargos de la Iglesia Católica, con esa frase sintetizaba un esquema de poder e impunidad de los líderes religiosos. Los integrantes del Poder Judicial, en cualquier nivel son conscientes de que levantar una averiguación previa contra un ministro de culto puede costarle el trabajo y frustrarle su carrera profesional. Para peor, existe un decreto del papa Juan XXIII que exige que quienes incurran en el delito de “solicitación” deberán ser juzgados por tribunales eclesiásticos y que quienes hagan denuncias a la autoridad civil, serán víctimas de una “excomunión mayor”, frustrándose así su carrera eclesiástica.

Los Archivos de la Inquisición tienen un acervo especializado en los abusos de los sacerdotes católicos que solicitaban favores sexuales a quienes iban a confesarse, si el pedido se realizaba en el acto de la confesión, era materia de la Inquisición. Si el abordaje sexual era en cualquier otra situación, aún dentro del templo era una simple falta administrativa, que no ameritaba mayores preocupaciones de la autoridad eclesiástica. El Seminario de Historia de Mentalidades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) publicó varios libros sobre esta temática, que “curiosamente” nunca despertó interés en las “grandes editoriales”. “Alto Sancho, con la Iglesia hemos topado”, exclamó el Quijote, sumamente preocupado por las dimensiones del tema.

El tema lamentablemente sigue vigente y en estos meses hemos visto documentales en plataformas de streaming sobre los abusos de líderes religiosos, tanto católicos, como evangélicos, esto nos lleva a reflexionar sobre el asunto y también es una cuestión de mentalidades. Muchos niños afectados narran la negativa de sus padres a creerles y en muchos casos revictimizan a su propio hijo o hija descalificándolos e ignorándolos en su dolor. El problema se agudiza cuándo son los propios padres quienes ofrendan a la niña al líder religioso que es idolatrado.

En términos jurídicos es un delito considerado “privado” que sólo puede investigarse mediante una denuncia de la víctima y si es menor de edad es responsabilidad de los padres. Para un investigador que tiene mucho tiempo en el tema religioso sabe de fuertes sumas de dinero que fueron pagados a los padres de menores abusados para obtener su silencio, a quienes presionan con la amenaza de la estigmatización de los infantes abusados e incluso la frustración de su carrera laboral por la protección que tienen de importantes empresarios.

 El año pasado asistí a un evento académico que tuvo lugar en la Universidad Católica de Montevideo y pude escuchar en la sesión en inglés que tenía lugar el primer día de trabajo, al abogado defensor de un religioso y pederasta europeo que defendía y argumentaba que debía aceptarse como “consentimiento” el hecho que los padres del menor estuvieran de acuerdo con el abuso del mismo.

La estrategia era evidente, el abogado presentaría en el alegato judicial, que su argumento estaba respaldado por una institución científica, lo que no diría es cómo había aportado económicamente para refrendar sus argumentos. Afortunadamente no integro esa organización, aunque debo mencionar que varios mexicanos son socios y autoridades en la misma.

Las demandas contra una iglesia fundada en Guadalajara son de público conocimiento y en este caso el asunto tiene otras complicaciones y son las posiciones que tiene la misma en el campo político religioso. Con firmeza y audacia supieron trabajar importantes posiciones en el ámbito político, ubicando a sus cuadros en el Poder Ejecutivo y en la estratégica secretaría de Gobernación, responsable de los temas religiosos, en ambas cámaras del Congreso y más recientemente en el Poder Judicial. Tienen así un manto de protección que coloca al Estado mexicano en una situación muy peculiar, ¿cómo asimilar que en las cortes federales del estado de Nueva York existe una causa penal, que muy probablemente tome las dimensiones del Caso Epstein? y en México “no pasa nada”, ni nadie “ve nada”.

Las autoridades han planteado su preocupación por qué se respeten los derechos de los niños durante el Campeonato Mundial de Futbol de 2026. Es importante tomar en cuenta esa cuestión, pues lamentablemente existe ese problema, pero se podría comenzar por limpiar la Casa y no como proponía aquel arzobispo, en la “oscuridad de la casa”.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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