En estos días tuvimos acceso a los resultados de encuestas realizadas en distintos países de Europa, Estados Unidos y América Latina que dicen prácticamente lo mismo. La mayoría de los menores de 30 años no creen en Dios o no practican rituales en ninguna iglesia, muchos creen un ser superior, sin que esto implique alguna adscripción religiosa, los llamados nones.
Una encuesta realizada en forma periódica por Gallup, en los Estados Unidos, que mide la confianza en las diferentes profesiones, mostrando una baja generalizada de la credibilidad, aunque hay niveles. La profesión mas confiable es la de enfermera (78%), le siguen los veterinarios (65%), ingenieros (60%), dentistas y médicos (59-56%), policías y educadores (45-42%), psiquiatras y quiroprácticos (36-33%) y clérigos (32%). Los sacerdotes y pastores estaban en 2019 en el 40%, en 2021, en plena pandemia, descendieron al 34% y ahora volvieron a bajar 2%, en dos años.
https://news.gallup.com/poll/608903/ethics-ratings-nearly-professions-down.aspx
Los niveles de credibilidad tienen un comportamiento diferenciado por edades y el descrédito es menor entre los mayores de 50 años y disminuye radicalmente en los menores de 30 años. Estamos frente a una clara reformulación generacional, donde los millennials, quienes nacieron después de 1980, hasta 1995 y que tienen un amplio acceso a las redes digitales, también llamados nativos digitales tienen niveles muy altos de desconfianza hacia las formulaciones de las generaciones anteriores. También la generación Z o generación de Cristal, los nacidos después de 1995 hasta el 2010 tiene altas exigencias de comportamientos consistentes con el discurso, cuestionando fuertemente el “doble discurso”.
Es importante asumir que los niveles de información a los cuales tienen acceso los nativos digitales son muy amplios y sumamente globalizados. Mientras que las generaciones nacidas después de 1945, los llamados baby boomers se informaban por periódicos y radio, la generación X tiene como principal fuente de información la televisión abierta, las nuevas generaciones no confían en las fuentes confiables para sus padres y abuelos y se informan a través de las redes digitales.
Las redes digitales escapan a los mecanismos de censura y control de la información que ejercen sobre los medios de información los grandes corporativos, los gobiernos y las iglesias a través de sutiles y no tan sutiles mecanismos de compra o adquisición de tiempos de propaganda pagada y por el contrario un joven explorador, mínimamente avezado, puede enterarse de los abusos sexuales del clero español, chileno o francés, para citar los escándalos mas recientes. En el campo evangélico sucede lo mismo, los abusos en las iglesias evangélicas de Europa o Estados Unidos circulan sin mayor censura.
Los millennials se están posicionando en los distintos campos y cada vez más son quienes toman decisiones de trascendencia en los distintos escenarios. En esta perspectiva el impacto de la pandemia es de vital importancia, podría esperarse que las situaciones de angustia existencial, de tensiones postpandemias hubiera generado un incremento de las prácticas religiosas y sucede lo contrario: disminuyó la asistencia a los templos y se incrementó el número de suicidios adolescentes y juveniles.
Los religiosos han incrementado su adhesión a los principios doctrinales, pero no convencen, lo más notable es que los jóvenes analizan cuidadosamente el testimonio y lo confrontan con el discurso. Es allí donde no pasan el examen, hasta ahora de los pocos líderes religiosos que han sido aceptados por los jóvenes es el papa Francisco, quien desde el inicio de su pontificado llamó a la insurrección de los feligreses: “Hagan lío”, “exíjanles a sus obispos”, los arengó en el 2013 en la Jornada de la Juventud de Río de Janeiro, “quién soy yo para juzgar a los gays” proclamó regresando en el vuelo hacia Roma.
Sin misericordia les rebajó el sueldo a los cardenales, expulsó del sacerdocio a los pederastas que pudo, pese a la oposición de los aparatos clericales, metió a la cárcel a los corruptos que lucran con el dinero de las misiones y todos los días hace algo sorprendente. Le está dando un papel cada vez mas relevante a las mujeres en la Iglesia Católica, sacudiendo los cimientos del dominio patriarcal y misógino de la institución. Convocó a los laicos y puso la Iglesia en Estado de Asamblea con el llamado a la sinodalidad, dialoga además con los jóvenes, sean católicos, protestantes, musulmanes o incrédulos, estén de acuerdo con el aborto o no, sean heterosexuales o no binarios.
Las nuevas generaciones no distinguen sutilezas teológicas. La lección de Francisco para los religiosos y creyentes de a pie es que las nuevas generaciones exigen testimonio personal y consistencia institucional.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH