Una nueva noticia recorre las grandes agencias informativas: Tenzin Gyatso, mejor conocido como el Dalai Lama, una reencarnación del líder espiritual del budismo tibetano informó, que teniendo en cuenta su edad (90 años), buscaría definir su nueva reencarnación. Esta situación tensó aún más el complejo mundo de las relaciones de la República Popular China con el mundo occidental. Habitualmente, a la muerte del reencarnado se buscaba a la persona que continuaría su camino, ahora, hay un cambio cualitativo, pues quien es considerado la reencarnación, antes de morir define en quien se va a reencarnar. Este salto cualitativo es una consecuencia del exilio y el contexto sociopolítico del Tibet.

China es un país multiétnico que reconoce la existencia de 56 grupos étnicos que son alrededor del 7% de la población total, pues la etnia mayoritaria Han sería poco más del 92% de la población, según los datos oficiales, los tibetanos serían poco más de 5.4 millones de personas. En términos estrictos, la preocupación estaría centrada en la posibilidad de que fuera asumido como autoridad una persona, que al igual que el actual Dalai lama, no viviera en territorio chino.

El Dalai Lama actual se refugió en la India por las presiones del gobierno encabezado por el Partido Comunista y, la situación, es sumamente compleja para el Gobierno Chino pues la Revolución China no puede reconocer la presencia de un gobierno de tipo teocrático en su territorio. A su vez, el Partido Comunista plantea respetar las distintas creencias religiosas y no tendría inconveniente en aceptar una religión tibetana, pero no están dispuestos a aceptar la existencia de un gobierno paralelo.

Esta situación de ambigüedad política llevó al actual Dalai Lama a asilarse en la India para evitar ser arrestado. A su vez, las potencias occidentales han manejado una estrategia de enaltecimiento de la figura del Dalai Lama como un ejemplo de resistencia pacífica y le otorgaron el premio Nobel de la Paz, lo cual representa un golpe político para el gobierno chino.

Las religiones dominantes en China son el taoismo, el confucionismo y otras religiones étnicas, además del Islam. Las cifras oficiales dicen que el 90% de los ciudadanos chinos son ateos, lo cual es recibido con cierto escepticismo por otros observadores, después de la experiencia soviética, pues ahora, el presuntamente extinguido Patriarcado cristiano ortodoxo de Moscú, ahora es nada menos que religión de estado.

Existen dioses vivos como exponentes de varias religiones, la antropología británica definió el concepto con la monarquía divina de los chilluk del actual Sudán del Sur, pero de alguna manera, el pontífice romano es considerado el Vicario de Cristo, lo cual le da una autoridad total, como designado por cardenales, nada menos que guiados e inspirados por el Espíritu Santo, no en vano la Santa Sede es considerada la última monarquía teocrática y absoluta de Europa. Recientemente, en el mundo evangélico, tenemos la aparición de líderes que se consideran "apóstoles", dotados de capacidades proféticas que les permiten hablar no como simples pastores, sino como directamente inspirados y elegidos por Cristo. La autoridad de estos apóstoles es total y sus seguidores pueden aceptar cualquier exceso, pues si han perdido su condición humana para ascender al Panteón cristiano (estando todavía vivos), sólo Dios puede juzgarlos.

En este contexto podemos tener "apóstoles o profetas laicos", son los nuevos héroes culturales destinados a conducir a sus pueblos a la Tierra prometida, en el "más acá". En nuestro espacio donde vivimos, esto es clave para comprender ciertos líderes políticos, que permanecen largos períodos en el poder sin que nadie (o muy pocos) se atreva a cuestionarlos, sin estar dispuestos a escudriñar su vida personal, sino los resultados prometidos.

Estos nuevos héroes culturales tienen su mejor exponente en la gestión del presidente de los Estados Unidos Donald Trump. Los herederos de los padres fundadores de ese país, que se sienten inspirados por los puritanos que llegaron a ejecutar a 20 adolescentes consideradas embrujadas, son quienes respaldan a este nuevo héroe cultural, que se asigna la magna tarea de lograr que "(Norte) América sea nuevamente una potencia". A ese profeta laico se le acepta cualquiera de sus comportamientos, pues al igual que Ciro (el emperador de los persas), en la Biblia está escrito que protegió y salvó del exterminio al "Pueblo elegido". Los migrantes serán tratados como las adolescentes ahorcadas en Salem, este histórico pueblo de Massachusetts donde la población aterrorizada por el extraño comportamiento de sus mujeres las ejecutó despiadadamente. Este nuevo héroe cultural promete eliminar las ideologías Wokes que permiten normalizar a las minorías sean sexuales, de género o políticas. que si hiciéramos cuantas son la mayoría, pero al igual que los habitantes del histórico Salem están dispuestos a respaldar y exterminar a quienes son diferentes, para lo cual se eligen los nuevos "chivos expiatorios", cuyo exterminio "salvará a todos los pecadores".

En este contexto para muchos, para quienes no lograron insertarse en el Nuevo Mundo Americano, se han despertado en una nueva pesadilla colectiva, las expulsiones y deportaciones masivas de la Tierra Prometida, y quienes se resisten irán al Infierno en la Tierra, el Nuevo Alcatraz, en tierras pantanosas rodeadas de voraces cocodrilos, que son los nuevos arcángeles guerreros, que rodean a los invasores, considerados ahora agentes demoníacos, protegiendo así al nuevo pueblo elegido, según el Destino Manifiesto. Pues Dios "Salva a América" pero no a quienes nacieron en la "otra América", en el Sur Global que incluye, solidariamente, a Asia, África y América Latina y el Caribe.

Doctor en Antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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