Pocos hechos del siglo XX fueron tan icónicos como la existencia del muro de Berlín que, entre 1961 y 1989, fue el símbolo de la polarización del mundo entre dos visiones políticas y de gobierno. Su caída fue saludada como el triunfo definitivo del individuo, las fuerzas del mercado y el liberalismo sobre las ideas autoritarias del socialismo real, el estatismo y la colectividad sobre los derechos humanos. Al punto de que se aseguró, de forma absurda, que presenciábamos el fin de la historia.
Este triunfalismo dio como resultado una serie de errores y malas acciones de parte de las naciones “vencedoras” de la guerra fría, lo cual reactivó el proceso autoritario en la vieja Unión Soviética, permitió el crecimiento amenazante del nuevo gigante autoritario en China y generó negligencia en diversas zonas calientes del mundo como en el caso de Israel y sus vecinos.
Todo esto nos arroja, en nuestros días, una serie de hechos que tiene al mundo al borde de muchos más conflictos, de muchísima mayor gravedad, que hace 35 años cuando el famoso muro físico de la capital alemana cayó y ha resultado en varios “muros” simbólicos en el mundo.
Ya hemos mencionado dos de ellos (Rusia y su neo imperialismo al intentar anexar Crimea y Ucrania y el combate de fanáticos entre Israel, Irán y sus aliados terroristas). El tercero es mucho más cercano a nosotros, por afinidad histórica-cultural y cercanía territorial: el de Venezuela y las elecciones del 28 de julio.
Tras las controversiales y fraudulentas elecciones en las que el dictador Maduro ha mostrado que se encuentra dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder se reportaron fuerzas especiales extranjeras, como las avispas negras cubanas, en labores de ataque a la población civil; represión y cárcel para la oposición formal; opacidad extrema para mostrar los resultados en las actas electorales y acusaciones delirantes, como el “hackeo” de la oposición desde Macedonia del Norte, o la misma acusación en contra del multimillonario Elon Musk.
Esto no fue obstáculo para que se formara de formaran velozmente dos bandos, más bien lo fomentó, demostrando que la guerra fría de antaño seguía ahí como el dinosaurio de Monterroso tras el breve, falaz e irresponsable ensueño democrático de Estados Unidos y aliados.
Rusia, Irán y China se apresuraron a confirmar el triunfo del sucesor de Chávez, los cual no es ninguna novedad, mientras que Estados Unidos, la Unión Europea en su conjunto, Alemania, España y Reino Unido individualmente, exigieron un recuento claro y transparente. Una forma elegante de rechazar al dictador y su fraude.
En cuanto a Latinoamérica, la división del nuevo muro se hizo mucho más evidente. Los que apoyan a su compañero autoritario (Nicaragua, Cuba, Bolivia) y los que lo rechazan (Chile Argentina y Perú, entre otros). Tampoco fue una gran novedad.
Tampoco lo fue que México y Colombia pidieron, de forma ambigua, el respeto a los resultados electorales, la no intervención en temas venezolanos. Y, por supuesto, tampoco sorprendió demasiado que México saboteara la votación de condena a la elección en el seno de la OEA.
Todo este escenario ha conformado lo que podríamos denominar el “muro de Berlín latinoamericano”, el cual cruza exactamente por el palacio de Miraflores, en Carcas.
Cabe mencionar que la gran sorpresa resultante de este episodio es el posicionamiento de Lula a favor del reconteo y la dura posición en favor de la democracia del presidente Boric. Algo que casi no se ve en los gobiernos que supuestamente comparten los ideales de la izquierda de nuestro subcontinente.
Ante todo, esto surge la duda, ¿por qué esta división ocurre hasta ahora?, ¿por qué no en el 2019, cuando Evo Morales trató de seguir en el poder en contra de votos, constitución y referéndums?
Se habla de que la represión de Maduro ya ha costado 23 vidas y en 2019 se reportó que la represión de las manifestaciones en contra de Morales tuvo el altísimo precio de 35 personas fallecidas. También hay una serie de hechos que se asemejan entre ambos casos: elecciones fraudulentas e irregulares seguidas de represión gubernamental y cooptación.
Sin embargo, hay profundas diferencias entre aquel conflicto y el actual.
A nivel internacional se encuentran sin final claro o previsible las guerras de Ucrania y Rusia, en la que los occidentales no han intervenido directamente pero si con equipo militar y financiera, la Escalante guerra entre Israel con Irán, Hamas y Hezbollah a lo que se suman en los casos los crecientes conflictos étnico religiosos de Europa, que cuestionan los fundamentos de la democracia occidental como se entienden hoy en día.
Todo se encuentra supeditado al resultado de la elección presidencial de Estados Unidos, que no solo decidirá si el todavía mayor poder económico militar del mundo opta por el aislacionismo y el fanatismo como política de estado o se abre una nueva posibilidad, quizá la última, para renovar el liderazgo occidental y su versión de democracia imperfecta.
Cabe señalar que, sin importar quien gane en las urnas estadounidenses en noviembre, no se ve que la reconciliación internacional de Latinoamérica sea una posibilidad sencilla.
Lo anterior se refuerza con actuaciones vergonzosas como la de México ante la OEA, que rompen la tradicional diplomacia de nuestro país y lo convierten en un jugador que boga en favor el populismo autoritario. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar…
Todo esto ha levantado un “muro” entre naciones hermanas de Latinoamérica.
Por supuesto que este no es algo físico que se pueda derribar como el que cruzaba Berlín, sino que ha sido construido con las posiciones ideológicas extremas que no podrán superarse sin mucho trabajo, tiempo y compromiso de parte de los grupos políticos nacionales y regionales.
En resumen, las actuales condiciones difieren de 2019 porque la polarización no era un hecho tan consolidado, el enfrentamiento entre los ideales democráticos y las metas populistas-autoritarias era menos claro.
¿Este muro se sostendrá o será derruido antes de convertirse en un hecho tan claro y contundente como su primera versión alemana? Lo veremos en los siguientes meses.
@HigueraB
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