Acabo de escuchar una entrevista de Carmen Aristegui a Raymundo Riva Palacio sobre el reciente fallo judicial que lo ampara y protege del programa Quién es quién en las mentiras de la semana, diseñado en el gobierno de López Obrador (AMLO), con la asesoría de Jesús Ramírez; instrumentado por Elizabeth García Vilchis todos los miércoles como parte de Las Mañaneras. El Tribunal Colegiado de Circuito encargado de analizar el caso determinó que la orden del presidente “…de crear dicha sección en sus conferencias de prensa, viola el derecho a la legalidad y las libertades de prensa, de expresión e información…”, dando lugar a: “…un sistema de propaganda gubernamental posfactual que deforma la verdad desde el poder, reprime a la prensa crítica e impide a la ciudadanía el acceso a la información en condiciones de objetividad y neutralidad, en contravención a los principios de legalidad y democrático, así como a las libertades de pensamiento, de prensa, de expresión y de información…”
En la resolución del amparo se señala que: “Dicho espacio de comunicación gubernamental ha operado como un instrumento de estigmatización, utilizando recursos públicos para desacreditar y señalar de manera unilateral a periodistas críticos como "mentirosos", atribuyéndose de facto la facultad de definir la "verdad" y la "mentira" desde el poder político… Se emplean recursos públicos bajo la finalidad aparente de brindar transparencia y comunicación ciudadana para generar en realidad campañas de desinformación, propaganda oficial, juicios mediáticos de desprestigio, exposición de datos personales y ataques a la vida privada y al honor de ciudadanos o periodistas considerados opositores al gobierno. Lo anterior fomenta la censura indirecta, la polarización social y erosiona los pilares de la democracia, al pretender imponer una versión deformada de la verdad de carácter oficial, sin garantizar el derecho de réplica ni un debate público sobre bases informativas neutrales, objetivas y pluralistas.” Aunque el programa de las mentiras de AMLO ya no tiene vigencia, esta resolución jurídica es de gran trascendencia si consideramos que Claudia Sheinbaum creó otro programa similar: El detector de mentiras que, en palabras de Riva Palacio, es un “primo hermano” del anterior.
Muchos periodistas, columnistas y ciudadanos en general fueron “linchados” públicamente por el solo hecho de informar con verdades y datos duros distintos aspectos de la realidad mexicana, que evidenciaban los errores y fracasos de las políticas de AMLO. Este fue mi caso, a raíz de una entrevista realizada por El Reforma, publicada en primera plana el 28 de agosto de 2024, en la que afirmé que, durante el sexenio anterior, la matrícula educativa había decrementado, lo mismo que el gasto educativo. Esta información la obtuve de la publicación anual de la SEP: Cifras básicas del Sistema Educativo Nacional. Enfurecidos por hacer pública esta información, García Vilchis arremetió contra mi persona, tildando de mentiras la información que había proporcionado. Con el propósito de descalificar esta información, se atacó a mi persona con falsedades e injurias. Es decir, utilizó el argumento ad hominem (del latín: contra el hombre), que consiste en refutar una afirmación en función de los atributos de la persona que la esgrime, en lugar de analizar su contenido. Como técnica argumentativa es muy efectiva, pues alude más a los sentimientos que a la lógica. Así, los argumentos de una persona pueden ser desechados por la sencilla razón de tener una condición de género, etnia, profesión, religión, política o social.
En mi caso, los argumentos ad hominem esgrimidos por García Vilchis, fueron los siguientes: ex presidente del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), en cuya administración se cometieron actos de corrupción (hacer ganar a Xochitl Gálvez licitaciones millonarias); exfuncionario con la administración de Peña Nieto, en el periodo neoliberal; defensor de sus privilegios y de los del INEE. Es decir, dado que el INEE había sido defenestrado por AMLO, por el solo hecho de haber pertenecido a este organismo autónomo me convertía en enemigo del gobierno y, por ende, sujeto a descalificaciones e insultos personales, lo que implicó un daño moral y profesional.
Como lo afirmé anteriormente en este diario: el programa Quién es quién en las mentiras fue ominoso y destructor. Por ello me da gusto conocer de la resolución judicial a favor de Riva Palacio, lo que es un signo de esperanza. AMLO, Ramírez y García se merecen el repudio popular por haber diseñado un programa que recuerda a Orwell, Kafka y Maquiavelo, y que utilizan los regímenes autoritarios, autocráticos y demagógicos. La historia juzgará a Claudia Sheinbaum por dar continuidad a este programa, con un nombre distinto pero con el mismo propósito.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa A.C.
@EduardoBackhoff