En varios documentos de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) se afirma que su marco de referencia es la pedagogía crítica de Freire y que busca desarrollar el pensamiento crítico de los estudiantes. Los términos de pedagogía y pensamiento críticos se intercalan en la narrativa de la NEM y dan la impresión que significan lo mismo o que son equivalentes. Sin embargo, éste no es el caso, como veremos.
La pedagogía crítica es una corriente educativa que entiende la enseñanza como un acto político, que fomenta la conciencia en los estudiantes para que comprendan y transformen las realidades de opresión e injusticia en las que viven. Busca que la educación sea un espacio de diálogo, reflexión y acción que ayude a las personas a cuestionar las estructuras de poder y las desigualdades sociales. Estas ideas la popularizaron el brasileño Paulo Freire, especialmente con su obra Pedagogía del oprimido (1970), en la que critica la educación que deposita conocimientos de forma pasiva en los estudiantes y propone una pedagogía dialógica que promueva la conciencia crítica (conscientização). Freire consideraba que la educación debía contribuir a la liberación de los oprimidos y al cambio social, influyendo en movimientos educativos y sociales en América Latina y el mundo, y convirtiéndose en uno de los referentes centrales de esta corriente pedagógica.
Por otra parte, el pensamiento crítico es la capacidad de analizar, evaluar y cuestionar de manera reflexiva la información disponible, con el fin de tomar decisiones fundamentadas y resolver problemas de manera autónoma. Implica identificar sesgos, inconsistencias y falacias; valorar argumentos con base en evidencia; y, considerar diferentes perspectivas antes de llegar a conclusiones. El pensamiento crítico no es simplemente dudar de todo, sino razonar de forma lógica y abierta, con disposición a modificar las ideas propias cuando las evidencias así lo demanden. Sus orígenes se remontan a la filosofía griega y socrática, donde se utilizaba el diálogo como herramienta para cuestionar creencias y llegar a un conocimiento más profundo, mientras que en la modernidad figuras como John Dewey impulsaron el pensamiento reflexivo como parte esencial de una educación democrática.
Tanto la pedagogía como el pensamiento crítico consideran que la educación debe formar personas capaces de comprender su realidad y tomar decisiones de manera consciente. Sin embargo, mientras que la pedagogía crítica se centra en el contexto sociopolítico de la educación, el pensamiento crítico se centra en el proceso de razonamiento y análisis en cualquier área del conocimiento. No puede existir pedagogía crítica sin pensamiento crítico, ya que la primera se sustenta en la capacidad de analizar, cuestionar y reflexionar sobre la realidad, elementos propios del pensamiento crítico.
En teoría, es contradictorio que un gobierno (como el mexicano), que ejerce el poder y el control sobre los ciudadanos, promueva seriamente la pedagogía crítica, ya que ésta busca cuestionar precisamente las estructuras de poder, las injusticias y las formas de opresión que pueden estar vinculadas al mismo gobierno y al sistema político que lo sostiene. La pedagogía crítica impulsa a los estudiantes a analizar de manera consciente las desigualdades y a desarrollar la capacidad de transformación social, lo que podría percibirse como una amenaza para el gobierno que desea perpetuarse en el poder. Sin embargo, en la práctica, es posible que un gobierno promueva algunos elementos débiles de la pedagogía crítica, cuando éste busca legitimar su imagen como defensor de los derechos humanos y de las desigualdades sociales. Por ejemplo, pueden incluirse en el currículo elementos de “conciencia social”, “análisis crítico de la historia” o “participación ciudadana”, aunque con limitaciones importantes que eviten cuestionar verdaderamente las estructuras de poder vigentes.
En síntesis, el gobierno cuatroteísta está obligado a desarrollar el pensamiento crítico de sus estudiantes en todos los ámbitos del conocimiento, pero solo puede promover la pedagogía crítica de manera limitada, integrándola de forma maniquea y controlada a su sistema educativo, que asegure y no cuestione su permanencia. Así, la “pedagogía crítica” se convierte en un discurso vacío, incapaz de guiar al estudiante a comprender las verdaderas estructuras de poder y de injusticia, y de proponer transformaciones sociales fundamentadas, especialmente, cuando éstas no concuerden con la ideología oficialista.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
@EduardoBackhoff