La calidad del sistema educativo de un país es, sin lugar a dudas, su principal activo. Una población altamente educada permite que una nación progrese en prácticamente todos los ámbitos, teniendo un impacto significativo en el nivel socioeconómico de los ciudadanos, así como en las condiciones de su bienestar (ej., salud, empleo). Sin embargo, históricamente, la educación en México ha padecido de muchos problemas que han impedido que el artículo tercero constitucional (modificado en mayo de 2019) se cumpla; especialmente, en lo que corresponde a la cobertura escolar y al aprovechamiento académico. En cuanto a la cobertura, la Constitución estipula que la educación inicial (de 0 a 3 años) se incorpora a la educación básica y que la educación superior (ES) se convierte en obligatoria. En cuanto a la calidad de la educación –aunque este término se cambió por el de excelencia (que es su sinónimo)–, se establece que los esfuerzos deberán centrarse en la promoción del máximo logro de aprendizaje de los educandos.
Teniendo la Constitución como punto de referencia, y basándome en los indicadores publicados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y por la Organización para la Colaboración y Desarrollo Económico (OCDE), me propongo analizar en qué medida durante el gobierno de López Obrador (2018-2024) la educación avanzó o retrocedió, tanto en su cobertura como en los resultados de aprendizaje. De acuerdo con las Cifras básicas del Sistema Educativo Nacional (2018-2019 y 2023-2024), al inicio del gobierno de AMLO, estaban inscritos en todos los niveles educativos 34,676,921 alumnos, mientras que en 2024 esta cifra ascendió a 34,809,298; lo que significó apenas un aumento de 132,377 estudiantes en seis años. Sin embargo, este crecimiento fue muy disparejo en los distintos niveles educativos: mientras que en educación superior (ES) y en educación media superior (EMS) la matrícula se incrementó en 1,229,843 y 268,897, respectivamente, en Educación Básica (EB) el número de estudiantes descendió en -1,580,363. Proporcionalmente, en EB la tasa de escolarización (porcentaje de niños y jóvenes inscritos en los distintos niveles educativos según la edad normativa) descendió en -4.5% en preescolar, en -3.2% en primaria, en -2.6% en secundaria y en -0.5% en educación inicial.
Es importante destacar que en el caso de la educación inicial la cobertura en 2024 apenas fue de 3.6%, la de preescolar de 67.3%, la de secundaria de 81.4%, la de primaria de 95.5%, la de EMS de 81.1% y la de ES de 43.8%.
En cuanto a los resultados de aprendizaje se puede decir muy poco, toda vez que el expresidente eliminó a las instituciones públicas que medían el aprovechamiento escolar y abandonó casi todos los proyectos internacionales que evalúan la adquisición de habilidades y conocimientos. Sin embargo, debido a la presión pública, el país permaneció en PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes), en el que participan cerca de 90 países, entre ellos México. Por ahora, solo podemos comparar los resultados nacionales de 2018 y 2022, toda vez que los resultados de 2025 se publicarán hasta diciembre de 2026. En los tres dominios evaluados, los estudiantes mexicanos obtuvieron calificaciones inferiores en 2022: en Matemáticas -14 puntos, en Lectura -5 puntos y en Ciencias -9 puntos.
En resumen, los datos proporcionados por la SEP y la OCDE señalan que el sistema educativo mexicano está ahora más lejos de cumplir con lo estipulado en el tercero constitucional: garantizar un acceso a la educación a toda la población y el de lograr el máximo logro de aprendizaje. En educación (como en salud y seguridad) el gobierno de AMLO salió reprobado.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C. @EduardoBackhoff