La ciudad de Ensenada se fundó en 1882, como puerto de entrada, aunque la región ya era habitada por comunidades indígenas (Kumiai y Cochimí). De 1882-1915 fue capital del Territorio Norte de Baja California (BC), lo que impulsó su crecimiento como puerto y centro administrativo. Por la Ley Seca de Estados Unidos (1920-1933), muchos estadounidenses arribaban al puerto para consumir bebidas y divertirse, lo que generó una importante derrama económica en bares, hoteles y restaurantes. En 1928 México autorizó la operación de casinos en BC, lo que atrajo mayor turismo y una gran derrama económica, hasta que en 1935 se prohibieron los juegos de azar. Ello ocasionó que la ciudad reorientara su economía a la pesca, la agricultura y al comercio portuario. A partir de los años cincuenta, Ensenada ha crecido como destino turístico, por la pesca deportiva, el surfing y eventos internacionales como la Baja 1000. Desde fines del siglo pasado, la ciudad ha tenido un auge turístico muy fuerte impulsado por sus buenos vinos y gastronomía, así como por la cantidad de cruceros que llegan anualmente al puerto de Ensenada, que suman cerca de 270 trayendo casi un millón de visitantes.
Por el COVID-19, la carga portuaria de Ensenada se incrementó considerablemente, debido a la sobrecarga, falta de grúas, personal y camiones en puertos estadounidenses, que generó retrasos masivos. Además, la pandemia redujo la eficiencia operativa (por controles sanitarios y revisiones adicionales), lo que aumentó tiempos de espera y mayor tráfico portuario. Esta condición llevó a las navieras a desviar su carga hacia puertos alternativos, entre ellos Ensenada. Con empresas trasladando su producción de Asia a México, Ensenada asumió una parte de esa carga, sirviendo al corredor industrial de BC y conectando con California y Arizona. En la última década, la cantidad anual de contenedores que recibe Ensenada creció en 300% (llegando a 460 mil). Esto ha ocasionado un gran problema de tráfico carretero; además, de que miles de contenedores vacíos se quedan en patios improvisados a lo largo de dos entradas de la ciudad (de Tijuana y Tecate). Por ello, Ensenada se ha convertido en un basurero de contenedores, que les sirve a las navieras como zona de amortiguación (buffer) para consolidar o desviar su carga.
Para colmo, la presidenta de la República pretende realizar un proyecto para agrandar el pequeño puerto de El Sauzal y convertirlo en un megapuerto de carga. Este puerto, de origen pesquero, se ubica a diez kilómetros al norte de Ensenada, justamente por donde ingresan los turistas para llegar a la ciudad o visitar el Valle de Guadalupe. Se estima que se incrementará en 1,300% la cantidad de contenedores anuales (de 460 mil a 6 millones) y que circularán entre 800 a 1,200 camiones de carga diarios por la carretera Transpeninsular para ingresar al puerto, lo que generará más contaminación atmosférica, acústica y visual. Por si esto fuera poco, la devastación ambiental será irreversible, ya que El Sauzal es un área costera rica en biodiversidad: cardúmenes de sardinas y anchovetas, lobos marinos y aves migratorias que dependen de este ecosistema. Las maniobras de dragado, el aumento de tráfico marítimo y el vertimiento de contaminantes dañarán los pastos marinos y arrecifes, afectando la salud del mar y la pesca local.
Particularmente será grave el impacto sobre la zona costera y las playas que hoy permiten la práctica del surf, un deporte profundamente arraigado en Ensenada. Las costas de El Sauzal poseen algunas de las mejores olas de la región, utilizadas tanto por locales como por visitantes nacionales y extranjeros. La construcción de la infraestructura portuaria, el dragado y la modificación de las corrientes marinas destruirán las playas para practicar este deporte. El surf no solo es un deporte en Ensenada, sino un elemento de identidad que fomenta la salud, el turismo y la convivencia. Este puerto dañará también la imagen de Ensenada como destino turístico. Los visitantes llegan por carretera o por crucero buscando el mar, la gastronomía y la tranquilidad. Sin embargo, lo que encontrarán será un skyline de grúas portuarias, montañas de contenedores y filas interminables de camiones.
Ensenada no necesita convertirse en el patio trasero de contenedores ajenos. Necesita proyectos que protejan su medio ambiente, fortalezcan su imagen como destino turístico y garanticen calidad de vida de sus habitantes. La ampliación del puerto de El Sauzal implica convertir a Ensenada en un basurero enorme de contenedores, sacrificando el bienestar de la población. Por ello, en su reciente visita a la ciudad (12/7/25), la presidenta Sheinbaum fue duramente cuestionada por organizaciones de la sociedad civil, que le exigieron detener el proyecto, realizar un estudio serio de impacto ambiental, así como una consulta para escuchar la voz de la población. Hay que recordar que 2025 se declaró Año del turismo sostenible y que el proyecto de ampliación del puerto de El sauzal es su antítesis.
Presidente del consejo directivo de Métrica Educativa, A.C.
@EduardoBackhoff