La semana pasada publiqué por este medio la columna Ensenada: un basurero de contenedores, donde describo la intención del gobierno cuatroteista de ampliar el puerto de El Sauzal para convertirlo en un mega puerto de carga de contenedores y de depósito de combustible. En este artículo también explico el impacto negativo que ha tenido el incremento de contenedores en el puerto de Ensenada, ocasionado por la saturación de los puertos norteamericanos (principalmente el de Long Beach) por las medidas sanitarias que impuso el Covid-19. Esto ocasionó un incremento considerable de tráfico pesado en la entrada principal a la ciudad y que miles de contenedores se apilen a lo largo de ésta y otras carreteras.
El mega proyecto del puerto de El Sauzal ha unido a la población de Ensenada (como nunca) para rechazar que la ciudad se convierta en una terminal de carga, por las consecuencias negativas para la población y para las industrias que recientemente han florecido como la vitivinicultura, la gastronomía y el turismo de alta gama. En la reciente visita de la presidenta a Ensenada, manifestantes se le plantaron para exigirle que parara este proyecto, entre otras razones, porque destruiría las playas que utilizan los surfistas para practicar este deporte, que es emblemático de la ciudad y que atrae a un sector turístico importante. La respuesta de la presidenta fue que no se haría ningún proyecto en contra de la voluntad de la comunidad, por lo que propuso abrir un diálogo y realizar una consulta ciudadana.
En Mañanera del pasado 23 de julio, la presidenta Claudia Sheinbaum y el almirante Raymundo Morales se refirieron con medias verdades (o mentiras) al mencionado proyecto. Por un lado, dijeron que se quiere mover a El Sauzal la terminal de carga de contenedores, para dejar a la ciudad con su vocación turística. Sin embargo, no mencionaron que El Sauzal es parte de la ciudad, a solo 10 kilómetros al norte, y que esta acción saturaría el tráfico de la entrada de Ensenada, haciéndola más peligrosa y afectando la ya deteriorada imagen urbana, con cientos de pilas de contenedores a todo lo largo y ancho del ingreso a la ciudad. Por otro lado, el almirante Morales mencionó algo inverosímil, que solo la gente ignorante puede creer: “las olas (para surfear) se están moviendo al norte (de Ensenada)”. Finalmente, el mismo comentó que quienes se oponen a este proyecto son grupos de surfistas y ecologistas, lo que es incorrecto, pues son más de 40 organizaciones que se oponen a este mega proyecto. El mismo almirante comentó sobre una consulta ciudadana, la construcción de un parque lineal para surfistas y a la realización de un estudio de impacto ambiental del CICESE. Sin embargo, preocupa que la consulta sea a modo (como la del NAIM), que el parque no tenga olas y que el estudio de impacto ambiental no lo realice una empresa independiente del gobierno.
Sin embargo, en ningún momento ni la presidenta ni el almirante hablan de una reposición del estado en que se encontraba Ensenada antes de la llegada de miles de contenedores a la ciudad, que la convirtió en un basurero o cementerio de éstos. Ni qué decir de la pérdida de zonas costeras que se han cerrado al paso de los ciudadanos y de la contaminación de las playas de Ensenada, que por la negligencia de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada, vierte intermitentemente aguas grises sin un tratamiento adecuado al mar.
El Grupo de Madrugadores de Ensenada (grupo de opinión ciudadana con medio siglo de existencia) se maneja con base en sus principios. Dos de ellos son muy pertinentes para el rechazo a este proyecto: “Queremos una ciudad sana y alegre en la que se mantenga el orgullo de vivir en ella” y “Queremos una entidad que se siga distinguiendo en el país por ser la mejor, la más unida y la más progresista.” No estamos en contra del desarrollo de la ciudad, siempre que sea sustentable y armonioso con sus vocaciones.
Presidente del Consejo Directivo de Métrica educativa, A.C.
@EduardoBackhoff