De acuerdo con la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Educación, Mario Delgado, el mecanismo de ingreso de la Comipems (Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior) es inadecuado, injusto e inequitativo. Afirmaba AMLO que estos exámenes “reprobaban” a los estudiantes, razón por la que no se les dejaba ingresar a un bachillerato. Afirmación que muestra una ignorancia sobre el propósito de la Comipems: contar con una herramienta objetiva y transparente para distribuir a los aspirantes entre las instituciones de la zona del Valle de México. La Comipems no aprueba ni reprueba a ningún estudiante, pues todos ellos han tenido la posibilidad de ingresar a alguna institución de educación media superior de la zona metropolitana. Sin embargo, muchos estudiantes no desean matricularse en planteles de baja calidad y lejanos al lugar donde viven, por lo que el gran problema no es de cupo sino de preferencia.

Sheinbaum y Delgado han señalado que los exámenes de ingreso son injustos, pues tienden a beneficiar a los estudiantes que proceden de clases socioeconómicas altas, quienes obtienen las mejores calificaciones en la Comipems. Si bien esto es cierto para la mayoría de los casos, también lo es el hecho de que, por motivos de cupo, no todos los aspirantes pueden ser admitidos en las mejores instituciones. Anualmente, cerca de 280 mil egresados de la secundaria de la zona metropolitana desean continuar sus estudios de educación media superior (EMS). Sin embargo, de éstos, 160 mil buscan ingresar a planteles de la UNAM y 33 mil a planteles del IPN. Pero la UNAM solo ofrece 34 mil lugares y el IPN 25 mil, lo que deja a cerca de 220 mil jóvenes a ser distribuidos en el resto de los planteles existentes en el Valle de México.

De acuerdo con la presidenta y el secretario de Educación, con el nuevo sistema de ingreso metropolitano por tómbola habrá cupo para todos los estudiantes. Igualmente, afirman que este nuevo mecanismo será equitativo, pues en cada plantel habrá igualdad de género. Sin embargo, ambas promesas son falsas. Primero, porque siempre ha habido cupo para todos los estudiantes que deseen estudiar en algún plantel distinto a los de la UNAM y del IPN. Lo único que cambia es que, en vez de distribuir a los miles de estudiantes de acuerdo con sus resultados académicos, se hará con base al azar y a la zona geográfica donde vivan los estudiantes y se ubiquen las escuelas.

Segundo, en cuanto a que se mejorará la equidad en el proceso de ingreso, tampoco hay elementos que sustenten esta afirmación. Los 60 mil estudiantes que ingresarán a la UNAM y al IPN serán elegidos como siempre: a través de un examen de conocimientos, que privilegia el mérito y el esfuerzo del estudiante. Por otro lado, si ahora se dará prioridad a la cercanía de la vivienda del estudiante con la del plantel, el nuevo mecanismo será más injusto e inequitativo que el anterior, pues implica que los estudiantes que vivan en zonas marginadas tendrán acceso a escuelas con las peores condiciones de operación, y viceversa. El mecanismo por tómbola traerá nuevos problemas. Uno de ellos es borrar por completo el esfuerzo que hayan realizado los estudiantes durante su vida escolar para aprender más y salir adelante; lo que desestimulará su motivación por el estudio y superación.

Finalmente, otra afirmación hecha por las autoridades gubernamentales es que es un mito que solo las escuelas de la UNAM y del IPN sean de calidad. Para mitigar esta percepción social, arraigada entre los estudiantes, se pretende que estas dos instituciones certifiquen a los demás planteles de EMS, lo que en teoría avalaría su calidad académica y en la práctica borraría la percepción social de que hay buenas y malas escuelas. Nada más falso: un certificado no cambia la realidad educativa de un plantel. Para ello habría que mejorar integralmente las escuelas de EMS: infraestructura, equipamiento, prácticas pedagógicas, pertinencia y flexibilidad curricular, clima escolar, eficiencia terminal, etc.

Si bien hay que aplaudir la intención de incrementar la cobertura escolar en la EMS, dado que ésta bajó en 1.8% durante la administración de AMLO, esta intención no podrá lograr sus objetivos con solo implementar una gran tómbola de 220 mil estudiantes. Ello no resolverá la insatisfacción de los 140 mil aspirantes que por sus bajos resultados en el examen de la UNAM y del IPN no alcanzarán a ingresar a sus planteles, o que por su mala suerte en la tómbola no quedarán en algún otro plantel de su preferencia. Así, el movimiento de estudiantes rechazados resurgirá entre las cenizas de la Comipems. Si bien la eliminación de los exámenes de ingreso puede ser una medida muy popular entre los jóvenes, en la práctica se convierte en un gatopardismo de la SEP; es decir, “cambiar para no cambiar”.

Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.

@EduardoBackhoff

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