No hay duda de que el segundo periodo de Trump plantea serias amenazas. El alud de órdenes ejecutivas firmadas ayer es preocupante, pero lo primero que hay que hacer es conservar la calma; realizar un cuidadoso análisis de sus implicaciones internas y externas para EU y un minucioso seguimiento de su implementación.

Hay que tener presente que una cosa es la retórica trumpista y otra su conversión en medidas concretas. No obstante, es inquietante el nivel verbal de prepotencia imperial que campeó en su mensaje inaugural. Ideas como supremacía, soberanía, gloria, grandeza, orgullo, victoria y hasta crecimiento territorial sugieren un peligroso expansionismo mesiánico que han empleado con nefastos resultados otros líderes en la historia.

El tono agresivo se sintió dirigido a todo el orbe y más allá. Aunque no es consuelo, México ya no fue el blanco central de sus ignominiosos designios. El nombre de nuestro país apareció dos veces en su alocución. Una para insistir en su política de “permanecer en México” que nos ubica como tercer país seguro. Al ver el acuerdo que hizo con los chinos sobre Tik Tok y el arreglo para liberar rehenes judíos, quizá debiéramos pensar en negociar la formalización de una posición de esa naturaleza, a la manera que lo hacen algunos países con la Unión Europea, de modo que se asuman conjuntamente los costos y los procedimientos para la aplicación de esa política. La otra mención fue la inocua ridiculez de rebautizar al Golfo de México. Podrá redibujar los mapas en la Casa Blanca pero jurídicamente hay tratados internacionales en los que tendrá que permanecer la nomenclatura reconocida mundialmente

La Declaración de Emergencia Nacional en la Frontera Sur no podrá convertirse en un cierre total de los pasos fronterizos, pues eso les acarrearía graves perjuicios. La consecuencia más espectacular de la medida puede manifestarse en el desplazamiento de tropas hasta los límites de nuestro país, pero ello no significa una amenaza de invasión. Hay que recordar que Trump en su anterior mandato recurrió a una Declaración de este tipo a fin de utilizarla con objeto de destinar fondos no autorizados por el Congreso para la construcción del muro. También movilizó unos 8 mil militares a la zona fronteriza pero, atendiendo a restricciones legales, sus funciones fueron de apoyo logístico como la instalación de alambradas. Ciertamente ahora parece que Trump quisiera pasar sobre las restricciones el empleo de tropas en labores como la detención de personas. Leyes como la Insurrection Act y la Posse Comitatus acotan las acciones militares en las emergencias y podrían servir para contener los ímpetus presidenciales mediante acciones ante los tribunales.

La utilización del ejército para deportaciones masivas implica la violación a esas leyes y a disposiciones constitucionales de modo que puede desplegarse una estrategia de defensa judicial, que ya se prevé como una tarea de los consulados mexicanos en el país vecino.

La connotación de los cárteles —que no vinculó a país alguno— como organizaciones terroristas, no tiene por qué generar alarma. En un artículo publicado en este diario, Jorge Castañeda, que conoce los temas estadounidenses, explicó que esa acción no autoriza ninguna intervención extraterritorial.

Así que dijo bien la presidenta Sheinbaum: “Hay que guardar la calma”.

Investigador de El Colegio de Veracruz y Magistrado en retiro. @DEduardoAndrade

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