En contraste con los festejos y encuentros familiares que en muchos hogares mexicanos se celebrarán en estos días, para los familiares de desaparecidos de Sonora será una conmemoración más cargada de tristeza, no tanto por la impunidad y la tranquilidad social perdidas sino sobre todo por la incertidumbre sobre el destino final de sus parientes.
Y si hace poco más de un año una funcionaria también en Sonora, en Guaymas, levantara indignación al ofender a un colectivo de madres de desaparecidos obsequiándoles precisamente palas y picos para que buscaran por su cuenta a sus familiares, hoy son otras madres las que expresan la necesidad de hacer la búsqueda por su propia iniciativa, al ver la lentitud con la que avanzan las investigaciones y los tiempos oficiales.
Porque al realizar la búsqueda y las indagaciones con sus propios medios y recursos, a este grupo de madres y familiares les devuelve buena parte de su dignidad y les otorga la sensación de que están haciendo algo, de que no solo se han quedado a esperar con los brazos cruzados a esperar recibir noticias, y que si encuentran un resto humano, aun cuando no sea de un familiar suyo, contribuyen a aminorar la angustia y la ansiedad de otra familia, a regresarles algo de la tranquilidad perdida al darles por fin una respuesta que, dentro del dolor, podrá dar algo de calma y acabar con su incertidumbre.
Y es que para estas mujeres y hombres llega un punto de su calvario y su sufrimiento en lo que lo único que necesitan es ya solo una respuesta, un destino final para su ser amado, y que les hace incluso renunciar a su reclamo de justicia y de castigo para los culpables.
Pero si ellas y ellos renuncian a ese derecho de justicia, la sociedad no, y ésta estará pendiente no solo de que se dé con los responsables y se les castigue de acuerdo a las leyes mexicanas, sino que también de que se conjure el riesgo de que tales actos se repitan para otras familias, y se pueda alcanzar ese estado ideal en el que todos los mexicanos puedan hacer su vida en paz y con la tranquilidad de que regresarán a sus hogares.
Un estado que no puede brindar la mínima seguridad para que las familias no tengan que perder a uno de sus integrantes, es un estado que no está cumpliendo con su razón de ser.