Los problemas del país no son iguales en todas las regiones. Para algunos municipios la pobreza y falta de oportunidades es el principal aspecto que les preocupa, pero en otros es la inseguridad o la carencia de un sistema de salud eficaz.
Si las autoridades hicieran un cruce de datos identificarían que los principales aspectos que quitan el sueño a la población son, entre otros, la inseguridad y la economía, en la que permitir el aumento inflacionario no solo anula cualquier aumento salarial o ayuda monetaria o en especie que el gobierno dispense, sino que mete mucho mayor presión a la olla de cultivo que es la sociedad mexicana en su conjunto.
Respecto a la inseguridad, hay zonas en las que el miedo a salir a la calle es una constante, en las que la economía se detiene al caer el sol porque de extenderla significa poner en riesgo la vida y cancela posibilidades de progreso para miles de mexicanos o por lo menos de permitirles romper el círculo de pobreza en el que se vive en las zonas más marginadas y vulnerables.
Triste ejemplo de esto es la situación en la que se desenvuelven los habitantes de Fresnillo, Zacatecas, y que como resultado de la misma inseguridad en la que están inmersos, enfrentan una de las inflaciones más altas de todo el país pues los precios de los productos que les llegan vienen inflados por costos adicionales (como robos o pago de seguridad privada) que en otras partes del país no son necesarios.
En tanto, otros municipios, como algunos de Nuevo León que registran no solo una baja percepción de inseguridad, sino también un nivel de pobreza mucho menor que en el resto del país, son muestra de que la mejora en las condiciones de vida e ingresos económicos es posible y que se reflejan necesariamente en mucho mayor bienestar para los ciudadanos.
Claro que se podrá argumentar que son precisamente los habitantes de estos municipios los que pueden pagar de su bolsillo la vigilancia y los elementos de seguridad que el Estado no puede brindarles, pero también hay que reflexionar que el eliminar la pobreza consiste precisamente en suprimir en la población marginada el delinquir como opción de tener lo que la crisis les niega y contar con más opciones de desarrollo.
Los factores que frenan el desarrollo de regiones del país están a la vista y documentados por instituciones como el Inegi. No debería ser complicado concertar acciones en los tres niveles de gobierno para comenzar a cambiar los escenarios actuales. Voluntad es lo que se requiere.