Se trata de un partido que alguna vez conjuntó la esperanza política de México, surgiendo como una tercera alternativa al viejo régimen del PRI y a los grupos con intereses económicos que representaba el PAN. Es también la organización socialista de la que salió una nueva fuerza política formada por quien es hoy el Presidente de la nación, Andrés Manuel López Obrador.
Hoy, el partido del Sol Azteca y que se niega a entrar en fase de enana blanca después de haber crecido hasta ser una gigante roja, se planta ante la redefinición de su estructura y razón de ser, convocando a un congreso nacional en el que dará una nueva orientación a sus principios y estatutos, con miras a recuperar al electorado que le dio la espalda tras la desbandada que sufrió con la salida de López Obrador en 2012, quien desencantado con la organización política que lo catapultara en sus aspiraciones presidenciales y que lo llegó a poner al frente del gobierno de la Ciudad de México en el año 2000, partió para formar su propio partido.
Hoy la apuesta es por plantar distancia ante lo que señalan como una izquierda autoritaria de tintes dictatoriales, que ha comenzado a coartar las libertades de la población y ha promovido la división y polarización social.
También el PRD busca cohesionarse y superar las fracturas y corrientes que a su interior se han gestado como resultado del choque ideológico y de intereses de sus miembros.
Se trata de la necesidad de una izquierda que enarbole todo aquello que la otra izquierda, la de Morena, no está dispuesta o interesada a arropar o defender. Asuntos como la transparencia, la rendición de cuentas, la desmilitarización, la diversidad social, sexual o de género, o causas como las de los pueblos y comunidades indígenas, los movimientos magisteriales, obreros o campesinos, etc.
Que haya un partido en el que se sientan representados los que se sienten excluidos o no escuchados por el sistema político hoy al poder, por esta izquierda que hoy es la dominante y que en muchos sentidos va encarrerada sin voltear a ver a sus excompañeros de lides y con los que parecía compartir ideología, proyecto y objetivos. Como sus mismos dirigentes reconocen: es la urgencia de una reorganización profunda de la que el partido salga fortalecido.