Aunque el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania se encuentra geográficamente lejos de México, sus consecuencias comienzan a verse en esta parte del mundo, como la presencia de refugiados ucranianos en el norte del país en su trayecto a Estados Unidos, el mayor riesgo del que alertan especialistas es que en los campos rusos y ucranianos se produce 30% de los granos que se exportan a nivel internacional.
Una baja en el abasto de alimentos afectaría principalmente a las regiones más vulnerables y aumentaría el número de pobres (Janet Yellen, la secretaria del Tesoro estadounidense, calcula de entrada unos 10 millones de personas de todo el mundo enviadas a la pobreza por esta causa). Y es que no es solamente la producción de vegetales, verduras y cereales la que se vería impedida de salir de Ucrania o Rusia, sino que también se encarecerían los insumos necesarios para su producción, cosecha, empaquetado y transportación, dado que las maquinarias destinadas para ello, como tractores de arado, trilladoras y camiones, funcionan con combustibles que resultarán con precios afectados por el conflicto, con impacto seguro para el consumidor final.
Pero la guerra entre esas naciones exsoviéticas también aleja para la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) de una de sus metas de mejorar la nutrición de los habitantes del planeta para el año 2030, al encarecer el costo de los alimentos de calidad y obligar a familias de todo el mundo a echar mano de opciones no recomendables desde el punto de vista nutricional.
Y en México, ¿cómo se está preparando el país para esta situación? El precio de la tortilla y del pan han aumentado las últimas semanas, la inflación se mantiene en niveles no vistos en los últimos años, aunado a que por el cambio climático, las sequías están resultando más prolongadas, las presas están ya por debajo de sus mínimos históricos y, posteriormente, al llegar las lluvias, estas resultan catastróficas al provocar inundaciones con afectaciones tanto para la agricultura como en la ganadería, todo eso con costo mayor en los precios de alimentos.
En este escenario, los más desprotegidos podrían caer en una situación de sobrevivencia y miles de familias tendrían que renunciar a varios alimentos. Si se actúa ahora, alentando e inyectando inversión en la producción local, así como haciendo un uso racional del agua, ciertamente podrían mitigarse los efectos.