Los riesgos de asignar a elementos de las fuerzas armadas en tareas de seguridad han sido repetidos hasta la saciedad por especialistas. El mayor argumento que esgrimen es que la formación de los militares es su principal talón de Aquiles. Están capacitados para la guerra y para el ataque. Y eso en las calles de las ciudades mexicanas azotadas por la violencia es como caminar en un campo minado: en cualquier momento hay un estallido.

El más reciente tuvo lugar en las primeras horas del domingo en Nuevo Laredo. Cinco jóvenes murieron luego de que elementos del Ejército abrieron fuego contra ellos. Ayer, más de 48 horas después de ocurridos los hechos, la Secretaría de la Defensa confirmó que “el personal militar accionó sus armas de fuego” contra un vehículo que viajaba con exceso de velocidad, sin placas, sin luces y que aceleró cuando vieron la presencia de tropas. Al acercarse, los elementos castrenses observaron “una persona ilesa, una herida y cinco personas sin vida”.

Horas más tarde, los soldados tuvieron un enfrentamiento con civiles cuando regresaron al lugar con el fin de llevarse el vehículo baleado, según videos que se difundieron. ¿Pretendían militares realizar labores del Ministerio Público? En ese momento los elementos federales dispararon al suelo y al aire contra habitantes desarmados.

Son varias las ocasiones en las que elementos militares se han visto involucrados en muertes de civiles. Las de mayor repercusión han sido cuando atentaron contra dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, en 2010, y cuando los menores Brayan y Martín Almanza perdieron la vida al pasar por un retén militar en Tamaulipas, también en el mismo año; la versión militar fue que los menores murieron en un enfrentamiento entre soldados y grupos del crimen organizado.

Más recientemente, en agosto de 2022, también en Nuevo Laredo, la niña Heidi Mariana Pérez Rodríguez perdió la vida durante el fuego cruzado entre elementos militares y criminales. La familia sostiene, por el contrario, que el ataque fue directo.

Los sucesos del pasado fin de semana en Nuevo Laredo vienen a confirmar que poco ha cambiado el país en materia de seguridad en los últimos 15 años. La mayoría de las corporaciones policiacas en los estados han sido relegadas a tener una actuación meramente testimonial, mientras aumenta la presencia de efectivos militares en las calles del país, ya sean soldados o fuerzas armadas con uniforme de la Guardia Nacional.

¿En qué ha cambiado la situación en materia de seguridad en casi dos décadas? En muy poco, por no decir que en nada.

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