Con 134 feminicidios de los casi mil reportados el año pasado en México, son 10 los municipios que concentran más delitos de este tipo en el país, de los cuales la mitad se encuentran gobernados por el partido oficial, mientras que la otra se encuentra repartida en organizaciones de oposición.
Y aunque tanto los candidatos como los partidos políticos a los que pertenecen han querido acoger la causa de las mujeres y han hecho promesas de mejorar las estrategias de seguridad pública y optimizar el aparato de impartición de justicia, así como emprender campañas de concientización, la realidad es que la cifra de feminicidios y otros ataques contra mujeres no ceden en su tendencia a la alza. Aún así, queda claro que cualquier plan de actuación o prevención tiene que aplicarse a escala municipal antes que pensar en estrategias o campañas de cobertura nacional.
A decir de diversos especialistas, los feminicidios y los ataques en razón de género se ven estimulados por la impunidad en la que caen este tipo de delitos, a la par de que a nivel municipal se carece de planes o políticas de seguridad que permitieran la prevención de conductas agresivas contra las mujeres.
Pero hay que recordar que el terminar con los feminicidios y la violencia en razón de género no es solo una labor del gobierno federal. La autoridad de mayor contacto con la población es la del nivel municipal, en el cual se tendría que contar con un plan de acción o por lo menos de prevención, misma que no puede venir de una fuerza de seguridad como el Ejército o la Guardia Nacional, sino de autoridades locales. Los feminicidios, en una abrumadora mayoría, no son ejecuciones sino actos de violencia extrema cometidos por personas cercanas a la víctima, y las más de las veces dentro de su propio entorno familiar.
Por lo anterior, una de las formas de prevención más útiles es la educación para evitar que los hombres no se conviertan en victimarios y para que hijas, esposas o novias, conocidas, vecinas, compañeras de estudios o trabajo puedan detectar a tiempo las primeras señales de conducta de una persona con tendencia a desarrollar una eventual violencia de pareja o familiar.
La prevención de los feminicidios es un trabajo esencialmente social y de seguridad a nivel local.