Una creciente violencia contra mujeres mexicanas con actividades políticas es la conclusión a la que llega un reporte elaborado por la Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED), en el que se hace un recuento de 113 casos de agresiones físicas en lo que va del sexenio contra mujeres relacionadas con la política de México, sin contar las innumerables amenazas, insultos y descalificaciones que se emiten contra la mayor parte de ellas por el simple hecho de ser mujeres, comenzando por la propia Claudia Sheinbaum , fuerte aspirante a ser postulada por Morena a la presidencia del país en los comicios de 2024.
Lamentablemente México encabeza este año la lista mundial de violencia contra mujeres metidas en política, con un total de 35 casos en lo que va de 2021 y que duplican los del país que le sigue en el conteo, que es la India.
Y es que para las mujeres con actividad política , la violencia física —en la que incluso ha habido hasta ataques con explosivos— está presente en hasta un 87% de los casos denunciados de agresión, contra un 60% de los reportados por mujeres ajenas a la política. El informe agrega que en buena parte de las investigaciones no se llega a identificar o siquiera esbozar a los posibles responsables, lo que es muestra del alto nivel de impunidad con que se mueven y que actúa a la vez como un estímulo para este tipo especial de violencia de género.
Ha sido una lucha ardua para que las mujeres alcanzaran su derecho a participar en las decisiones políticas en cada uno de sus países. Desde finales del siglo XIX y con especial ahínco a comienzos del XX —en México a partir de 1955, aunque se había aprobado desde 1947— en que consiguieron por primera vez su derecho al voto, y más tarde la conquista a contender por puestos de elección popular.
El movimiento sufragista —la lucha por el voto femenino — obtuvo un primer reconocimiento internacional cuando se le fundamentó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, de 1948, que refería el derecho de toda persona a ejercer el voto, aunque fue hasta 1952 que quedó establecido como un derecho universal de la mujer.
Desde Hermila Galindo, una de las primeras sufragistas mexicanas que se postuló a una diputación en 1918 pero no se le reconocieron los votos obtenidos, los obstáculos que se ponen a la participación de la mujer en la política han sido una constante, pero sin duda su presencia y acción en ella es una necesidad de la vida mexicana. No permitamos más que se les agreda o intimide.