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De manera usual el país es testigo de movilizaciones de amplios grupos de mujeres en las ciudades más importantes. Generalmente salen a las calles en fechas significativas: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero en los últimos años los feminicidios y las agresiones que no cesan las han obligado a tomar de manera más frecuente la escena pública para exigir protección del Estado.
A lo largo de los últimos meses han alzado la voz también desde las redes sociales con las etiquetas #NiUnaMenos #LaCalleEsNuestra #MeTooMx.
La etiqueta más reciente #NoMeCuidanMeViolan –en alusión a policías capitalinos señalados de haber violado a una joven– generó una nueva manifestación durante la tarde y la noche del viernes pasado. La protesta derivó en acciones de vandalismo contra una estación del Metrobús y pintas en la Columna de la Independencia; además de la agresión a un reportero mientras daba cuenta de los hechos. Las escenas fueron transmitidas en vivo por los portales de noticias de internet y canales de televisión.
A pesar de que una parte de la opinión pública reprobó esa conducta, no debe olvidarse el tema central: las reiteradas agresiones físicas y abusos sexuales en contra de las mujeres, delitos que, como los feminicidios, en lugar de ir a la baja se incrementan en todo el país con escasas sanciones para quienes los cometen.
¿Pudieron evitarse los desmanes registrados hace tres días? En la misma semana los mismos grupos se habían manifestado en la sede de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México y habían causado destrozos. Faltó acercamiento y diálogo para escuchar las demandas e iniciar el compromiso de atender de manera integral el problema. El encuentro se dio finalmente este domingo; en él las activistas plantearon alternativas para disminuir la violencia y hubo disposición del gobierno capitalino para cambiar la narrativa de que las manifestaciones son un “provocación”, pues victimiza a todas las participantes.
Debido a que el problema no es exclusivo de la Ciudad de México, el gobierno capitalino tiene la oportunidad de encabezar una cruzada nacional contra la violencia de género. Hay entidades con altos índices de feminicidios, y las autoridades locales parece que prefieren ignorarlos. Tras los hechos del viernes hay avances en la atención a mujeres; ojalá sean el inicio de un cambio profundo.