Los problemas del país persisten a pesar del paso de gobierno de distintos colores a lo largo de los años. Los compromisos de cada nuevo gobierno son generalmente los mismos, enfocados en cuatro rubros: combatir inseguridad, erradicar pobreza, terminar con la impunidad y elevar el crecimiento económico.
Sobre este último punto, los pronósticos no son nada halagadores. Al final del año México pasará del lugar 15 al 16 en la lista de las economías más grandes del mundo. El país cederá su posición a Indonesia, nación del sudeste asiático que ha registrado crecimientos anuales promedio de 5.3% desde hace 20 años, mientras aquí el avance ha sido a un ritmo promedio de 2.1% anual.
En 2000, la economía mexicana cuadruplicaba a la de Indonesia. La riqueza mexicana ascendía a 757 mil millones de dólares y la del país asiático era de 175 mil millones de dólares.
En cambio, este año el valor de la economía nacional se ubicará en un billón 40 mil millones de dólares, de acuerdo con el producto interno bruto estimado recientemente por el Fondo Monetario Internacional. La economía de Indonesia valdrá un billón 89 mil millones de dólares, con lo que superará a México.
En casi un siglo México parece haberse resignado a ser solo un espectador del prodigioso avance de varias naciones en el mundo, aunque en algún momento las superara en tamaño económico. Así, se ha visto rebasado por Rusia, India, España, Corea del Sur, Australia… y ahora Indonesia.
Fue a principios de siglo -entre 1999 y 2003- cuando México llegó a formar parte del top 10 de economías más grandes. En los primeros años del gobierno de Vicente Fox se situó en el octavo lugar.
La oportunidad de dirigir el destino del país por una ruta de desarrollo parece haberse perdido desde entonces, a pesar de que especialistas han planteado distintas fórmulas, aunque todas parecen coincidir en que se requiere fundamentalmente el consenso político para contar con un marco institucional que sirva de soporte a la generación de infraestructura y de capital humano, elementos clave para el desarrollo, sin olvidar la importancia que ha adquirido en la actualidad el acceso a la tecnología.
Tanto las promesas de inicio de siglo –de crecer 7% anual– hasta las de hace un año –de crecer 4% en promedio y 6% en 2024– hacen evidente que no se trata de un asunto de ideologías económicas o de colores partidistas. En el fondo todo indica que se ha dejado de lado el aspecto más importante: la unión de los distintos sectores para ir por la misma ruta.