Ante la cada vez más creciente sensación de que las autoridades no acaban de dimensionar en su real magnitud la situación de violencia de género y la ola de feminicidios que parece incontenible, y pese al clamor popular de seguridad y al reclamo generalizado en favor de garantizar un trato igualitario a las mujeres, los representantes del gobierno, aunque condenan los desafortunados hechos recientes contra mujeres y niñas, siguen dando muestra de insensibilidad al querer relacionar las agresiones y la misoginia con los modelos político-económicos adoptados por las gestiones anteriores, como hasta ahora ha sido la tónica ante cada gran problema que se presenta y agudiza, y del que se les piden respuestas o acciones a tomar.

El movimiento UnDíaSinMujeres / UnDíaSinNosotras está sumando adeptos entre diversos sectores, a través de una convocatoria que tomó fuerza desde las redes sociales, como lo registra EL UNIVERSAL, convirtiéndose en un “¡basta ya!” ante el hartazgo por los asesinatos de mujeres. Cuando la sociedad aún no sale de su estupor por un caso de feminicidio, uno nuevo y más violento se presenta para generar mayor indignación.

Con el fin de hacer conciencia del enorme valor y participación de la mujer en el entramado social, han decidido convocar para el 9 de marzo a un paro nacional femenino para hacer sentir la fuerza de su ausencia y de cómo, sin ellas, el país entero simplemente no podría funcionar.

Pero los integrantes del Estado siguen sin entender el reclamo. Y parece que a los nombres de Lesvy, de Abril, de María Elena, de Ingrid, de Fátima, se seguirán sumando muchos otros más antes de que se decida a tomar realmente cartas en el asunto.

De las autoridades encargadas de brindar protección y actuar rápido ante denuncias por agresiones, amenazas o desapariciones de niñas o mujeres, se esperan respuestas a las demandas específicas y reiteradas de disminuir el feminicidio.

En lugar de eso, diversas instancias oficiales están expresando su apoyo al movimiento y anticipando su participación. Partidos políticos han dado eco a la convocatoria y hasta presumen el apoyo que darán a sus integrantes y trabajadoras para que participen en el movimiento sin enfrentar consecuencias laborales. Parecen no ser conscientes de que son parte del problema y que en realidad siguen sin escuchar las exigencias que vienen desde la sociedad. En su caso, más que empatía con la causa feminista, asoma un oportunismo que casi raya en el cinismo.

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