En busca de la equidad y del uso igualitario de los recursos asignados al proceso electoral de este año, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que hará llegar a funcionarios federales de todos los niveles un decreto mediante el cual los conmina a seguir una serie de acciones encaminadas a no enrarecer el proceso electoral que se ha puesto en marcha rumbo a las elecciones de este 2021.
Además de la equidad partidista, los preceptos enlistados ayudarán, a decir del jefe del Ejecutivo, a combatir prácticas nocivas como el fraude electoral y contribuirán a fomentar conductas apegadas a la ética tanto entre los servidores públicos como en los propios electores.
Además de prohibir explícitamente la promoción partidista por parte de los funcionarios, el decreto va mucho más allá y pretende sacar temporalmente de los discursos oficialistas cualquier referencia a las votaciones, mediante la supresión de vocablos específicos como voto, sufragio, comicios o algunos otros relacionados con el proceso electoral.
También se entiende como violatorio de la neutralidad del proceso electoral cualquier desvío que se haga de los recursos públicos tanto hacia la promoción de candidatos o partidos, como también al ataque o descalificación de miembros de las fuerzas políticas contrarias.
Para vigilar el cumplimiento de estas directivas, el mandatario ha instruido a la Secretaría de la Función Pública (SFP), la cual deberá estar atenta a que no se registren ningún tipo de desviaciones en el comportamiento público de los funcionarios al servicio del Estado.
Lo importante es que nadie intervenga o intente enturbiar las campañas y los comicios, incluido el propio presidente, quien desde sus conferencias mañaneras dicta cátedra y arrendra a sus seguidores, descalifica a sus opositores y hace ejercicios de comparación entre las acciones de su gobierno y las prácticas de partidos contrarios al suyo, así como deplora de personajes públicos (por ejemplo, empresarios y periodistas) a los que relaciona con integrantes de la oposición, a los que califica como sus adversarios.
Ojalá que estos preceptos, igual que con su ejemplo de las escaleras que se barren de arriba hacia abajo, también apliquen primero desde la cúpula del poder hasta llegar a los funcionarios de casilla. Si eso se acata, la garantía de unos comicios limpios y transparentes está asegurada.