Terminaron en el país, por el momento, más de seis meses de posturas encontradas sobre el rumbo que debe tomar el sector eléctrico. La iniciativa presidencial para reformar el sector se envió al Congreso de la Unión el 1 de octubre de 2021 y desde esa fecha desencadenó una honda división entre quienes la apoyaban y la rechazaban.
El pasado domingo el destino del proyecto de reforma se resolvió en la Cámara de Diputados como la ley dispone que se resuelva: por el voto mayoritario de legisladoras y legisladores, luego de que se expusieron posturas a favor y en contra. El trámite concluyó de manera civilizada y transparente. Hubo acatamiento de los resultados (no tendría por qué haber ocurrido lo contrario), lo cual contribuye en algo a pulir la imagen de las fracciones parlamentarias, pero es de lamentar que haya prevalecido la falta de negociación para conformar un proyecto de consenso que incluyera las propuestas de ambas partes.
Porque México tiene que revisar el sistema de generación de energía para garantizar un suministro eficiente a particulares y empresas, a costos accesibles y con el objetivo de colocar al centro la protección al medio ambiente. Un sector eléctrico eficiente es clave para el desarrollo de cualquier país. El freno que en este momento se dio a una reforma no debe significar que se renuncie a hacer una evaluación a profundidad del sector. Lo que puede ser viable en una región del país posiblemente no lo sea para otra zona.
Toda ley siempre puede ser actualizada, incluso son deseables las adecuaciones para ajustar lo que no esté funcionando o para adaptarse a cambios tecnológicos, pero si lo que domina es únicamente el afán de imponer, sin escuchar a las distintas voces que conforman a un México plural, se renuncia de manera automática a una característica de la democracia que es la de incluir a todas las voces que conforman a la sociedad.
Los debates son necesarios y ahí deben plasmarse las diferencias, pero debe ser completados de manera obligada con el hallazgo de las coincidencias para avanzar en la transformación nacional buscando siembre el bienestar común.
Las distintas bancadas aún están quedando a deber en el tema de la negociación y los consensos. Evadirlos o de plano ignorarlos no solo pone frenos al avance nacional, también al desarrollo de una sociedad democrática.