Read in English
En entrevista con EL UNIVERSAL, Julián LeBarón, integrante de la familia masacrada hace un mes en Bavispe, Sonora, pone el dedo justo en la herida expuesta y sin cicatrizar de todos los mexicanos y toca uno de los puntos más sensibles: el de la sensación de inseguridad que a todos, de una o de otra forma, nos golpea y se convierte en nuestra máxima vulnerabilidad. Se trata de una persona a la que una vez más vuelve a alcanzar la violencia en su forma más brutal (hace 10 años perdió a un hermano y él mismo ha sido objeto de agresiones por parte de sicarios) y que tras estas dos tragedias, ha dejado de creer en la justicia y la seguridad que el Estado mexicano debería estar brindándole a él y los suyos. Sus reclamos son totalmente legítimos y aunque se insiste en que el fuego no debe combatirse con el fuego, el sentimiento de indefensión que permea en la sociedad hace considerar a muchos la opción de la autodefensa.
En el caso de los LeBarón, tanto en este 2019 como en aquel 2009, la impunidad parece ser una constante que sólo les hace expresar su decepción por la ausencia de justicia y seguridad. Califica a las autoridades encargadas de brindarla como traidores por no hacerlo y aún así cobrar un sueldo que la sociedad les cubre a partir de un esfuerzo honesto. Al preguntársele si buscaría acercarse a la política para tratar de procurar justicia a quienes están en situaciones similares a la suya, Julián LeBarón expresa con sinceridad su incredulidad hacia el sistema y la improbabilidad de que las cosas cambien, confesando sentir náusea en ese ámbito en que unos solo buscan dominar a los demás sin realmente preocuparse por servir a la sociedad que los ha puesto en esa posición. En todo caso, exigirá, desde la sociedad civil, que se haga justicia y se brinde seguridad a los mexicanos.
Punto polémico el que aborda cuando manifiesta que si pudiera no dudaría en tomar un arma para defender a los suyos, para lo cual afirma no necesitar el permiso de alguien que no está haciendo nada para evitar que se llegue a esas situaciones o que solo ofrece campañas de despistolización en las que parecen participar sólo las víctimas de la inseguridad.
En Estados Unidos, todas las masacres que continuamente se suscitan es porque es muy laxa la venta de armas bajo el argumento del derecho que tiene la gente a poseer un arma para su defensa. En México, por el contrario, se hace un control más estricto para obtener un permiso para posesión y/o portación de armamento, y sin embargo las armas parecen estar llegando justamente a las manos equivocadas, porque el gobierno no está cumpliendo con una de sus funciones más importantes: la de proteger a sus gobernados.