Cuando en su conferencia de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó de la decisión del Banco de México de incrementar la Tasa de Interés Interbancaria de 6% a 6.5% —adelantándose al anuncio que esa institución haría horas más tarde según lo convenido internamente—, cometió una indiscreción que para algunos fue solo una mera imprudencia, pero para otros un golpe de autoridad en el que pareció desconocer intencionadamente la autonomía del banco central.

No es deber de la Junta de Gobierno de Banxico informar de sus decisiones al Presidente —pues para eso es un órgano autónomo—, pero sí fue una deferencia hacerlo de su conocimiento tomando en cuenta su investidura. Sin embargo, haberlo hecho público a través de la conferencia mañanera, quebrantó la confidencialidad de la institución, de la que por lo que se ve, no fue advertido el mandatario de que debía mantener secrecía hasta la liberación oficial del anuncio.

El jefe del Ejecutivo sólo empleó el dato para explicar que se trataba simplemente de un mecanismo de control de la inflación que adoptaba el Banco de México en el uso y ejercicio pleno de sus funciones.

Para algunos fue tan solo una indiscreción sin ánimo de vulnerar la autonomía del Banco de México, para otros fue una filtración sin precedente en la historia del máximo órgano regulador de la economía mexicana, el cual, en su ley interna, establece como confidenciales las decisiones que se tomen en la Junta de Gobierno.

No obstante, en su discurso en la inauguración de la 85 Convención Bancaria, el presidente López Obrador solicitó se le disculpara por el incidente, lo que fue aceptado por la institución, entre cuyos estatutos define que su labor es controlar la inflación y otros fenómenos económicos sin injerencias externas de ningún tipo, incluido el propio Presidente de la República.

Si el mandatario sólo cometió una indiscreción, es deber de sus asesores mantenerlo al tanto de los límites que tiene como jefe máximo de la nación, así como ser advertido su equipo de trabajo o él directamente de posibles imprudencias a las que esté expuesto a cometer, como fue el caso anterior en el terreno diplomático internacional, en el que evidentemente no fue puesto al tanto de las sutilezas que deben cuidarse en ese ámbito, tras de que se dio a la tarea de responder a un exhorto que le hiciera el Parlamento Europeo en un lenguaje que exhibió un exceso de agresividad.

Cuidarlo a él es cuidar al país.