Irregularidades que incluyeron un cambio de ley para librar escollos legales para que Paco Ignacio Taibo II pudiera estar al frente de la editorial, marcaron el sinuoso camino que desde hace tres años ha recorrido el Fondo de Cultura Económica bajo la gestión del polémico e incendiario escritor.
Irregularidades que se han sostenido y que dan como resultado informes en los que su director general se jacta de “sobrecumplimiento” de metas y supuestos ahorros que en realidad son producto de adoptar políticas consistentes en bajar la cantidad y calidad de la producción, tanto materialmente como en contenidos o en pobreza de catálogos.
Incluso se acusa al Fondo que, por ahorrar en pago de derechos, se está acudiendo a autores de catálogo ya fallecidos, no tanto por tratarse de clásicos sino por la poca inversión que requieren, mientras se desdeñan a autores contemporáneos que a priori se juzgan como de escaso interés público o hasta de elitistas, en tanto que se adopta una literatura con fines de adoctrinamiento.
También se señala la adopción de criterios subjetivistas que llevaron a la cancelación de series y colecciones de gran penetración o de éxito probado, mientras se da preferencia a textos panfletarios, para los que se convoca o se privilegian a autores y colaboradores afines a la 4T.
Pero fuera de ese círculo, personas que en el pasado tuvieron relación con el FCE coinciden en que la actual administración del mismo se ha caracterizado por un ambiente de opacidad, falta de transparencia y en general la ausencia de una política editorial definida resultado de haber disuelto los consejos editoriales que hasta entonces procuraron dar brillo a la producción del Fondo, pues se encontraban integrados por personajes de renombre y calidad literaria o de experiencia en su campo de estudio o investigación.
Para José Carreño Carlón, colaborador de este diario y director del FCE de 2013 a 2018, “el Fondo aparece limitado a publicar textos ya publicados, con criterios de pedagogía política, supuestamente para un consumo masivo, gratuito, o casi, ajeno a la misión legal del organismo”. Lamenta también el empobrecimiento al que se ha sometido a la institución y el descuido de su catálogo histórico, así como la situación actual de sus librerías “que aparecen en una suerte de orfandad de otros fondos editoriales, sin la oferta de otros tiempos, de otros autores, incluso nacionales, además de los aportes del mundo”.
¿Cuál es el entonces el brillo que se le ha dado al FCE en los últimos tres años, según su director? Un brillo que se antoja todavía ausente si se compara con la luz de tiempos pasados.