La falta de una política destinada a estimular la industria editorial mexicana está dejando un gran daño sobre uno de los productos culturales más connotados y de mayor prestigio: el libro.
Libreros y editores tanto privados como de sellos independientes lamentan el desinterés del gobierno actual por la industria editorial, que se encuentra en este momento en una triple encrucijada: por un lado la impuesta desde hace ya algunos años por la revolución digital y los nuevos hábitos de lectura y consumo de publicaciones, y por otro el impacto económico a raíz de la pandemia y la política de austeridad desde el gobierno federal a toda la industria cultural.
Diversas voces del sector editorial se lamentan que desde la entrada del gobierno actual se hayan resentido los efectos de la política de austeridad, pues la reducción de presupuestos dictada a centros de enseñanza y de investigación, terminó por afectar por igual a editores y librerías, al tener que cancelar compras masivas de libros y otros materiales impresos.
Para muchos libreros, la crisis producto del confinamiento por la pandemia y las clases a distancia, llevó a muchos de ellos, por la caída en sus ingresos, a tener que cerrar sus locales y rematar sus inventarios.
Asimismo, la austeridad oficial marcó por un lado la cancelación de eventos de promoción, como presentaciones de libros o ferias, y por otro al fin de las coediciones, mecanismo que permitía a consorcios editoriales y editores independientes salir a mercado y dar a conocer nuevos valores literarios o lanzar clásicos que representaran ventas seguras e introdujeran a los más jóvenes a las principales corrientes literarias y del pensamiento universal.
Por su parte, representantes de pequeñas librerías refieren sentir un desprecio de los canales culturales oficiales por el apoyo a todo lo que tenga que ver con el libro o el sector editorial, mientras que parece privilegiarse a consorcios internacionales que controlan la industria del libro electrónico, en detrimento del libro convencional impreso y el aura de máximo producto cultural que tradicionalmente lo ha envuelto.
Sin una política pública de apoyo al libro y el castigo que representa la política estatal de austeridad, que sólo se traduce en precarización para todo un sector que aun antes no la tenía fácil, no hay duda de que la cultura de un país se empobrece.