Han pasado dos años en los que la vida de una familia resultó trastocada en la masacre cometida contra inocentes en Bavispe, Sonora, y que llenó de indignación a todo un país e incluso más allá de nuestras fronteras.
Pese a los 25 detenidos que han sido implicados en su caso, la familia LeBarón teme que la impunidad se imponga en el crimen que se cometió en su contra y que costó la vida de nueve de sus integrantes.
Para los LeBarón, la tragedia que los sacudió hace exactamente dos años, les ha llevado desde el vivir con temor y zozobra, pero también los ha hecho incursionar en el activismo en demanda de justicia, para que lo que a ellos les golpeó, no se vuelva a repetir para más inocentes que se ven de pronto en medio del fuego cruzado de una guerra que nunca supieron en qué momento fue declarada ni qué desenlace va a llegar a tener.
Hay 25 detenidos, pero ninguno de ellos ha sido sentenciado, y los LeBarón reprochan que, pese a ser las víctimas y los principales interesados en que los hechos se esclarezcan lo más apegado a lo que en realidad ocurrió, no se les deje participar en las investigaciones. Deploran que se les haga a un lado y no se tome en cuenta la valiosa información que ellos podrían aportar para dar con los autores intelectuales y materiales del crimen, y precisar los verdaderos móviles que motivaron la terrible agresión en contra de la familia.
Si bien reconocen que sí se les ha brindado protección, también lamentan que, en su experiencia, el acceso a la justicia en México no exista. Con todo, aseguran que tratarán de agotar todas las instancias en el país antes de acudir a los organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con la que buscarán llamar la atención fuera del territorio mexicano sobre lo acontecido hace dos años y exponer el clima de terrible inseguridad y delincuencia organizada que azota a los mexicanos.
Al parecer la masacre de Bavispe, que se dio en una zona en la que se cruza una disputa por territorios entre los distintos cárteles que buscan imponer su dominio en la región, y en la que la familia LeBarón podría haber sido víctima meramente circunstancial, es muestra de una descomposición social que deja en claro el avance y atrevimiento del crimen organizado, que no duda en atentar contra inocentes que se crucen en su camino. Que la lentitud de la justicia no sea el abono de la impunidad.