En vísperas de que se celebre el Día Mundial del Agua el próximo 22 de marzo, diversos organismos y especialistas alertan por una creciente escasez y una dificultad en aumento para contar con suministros confiables del líquido, que no solo viene aparejado al incremento de la población mundial, sino también por los primeros efectos desastrosos del cambio climático que, si bien está provocando el deshielo de polos y glaciares de los que alguna vez se consideraron como 'hielos perpetuos', y un aumento sensible de la cantidad disponible de agua en el planeta, también la está desplazando de lugares que contaban con suministros regulares a otros que no se encontraban preparados para manejarla en exceso.

Además, este flujo adicional de agua planetaria provoca con su desplazamiento un aumento de la temperatura global, lo que se traduce en sequías e inundaciones más intensas y prolongadas, según la temporada del año.

Se ha insistido en que si ha habido guerras por el oro y luego por el petróleo, habrá un instante de la historia de la humanidad en que las batallas se librarán por la posesión de las fuentes y reservas de agua.

Las sequías que amenazan con agudizarse como consecuencia del cambio climático, mismo que paradójicamente desplaza el agua del planeta a otros sitios causando inundaciones cada vez más agresivas y descontroladas, convertirán en algunas regiones al líquido en una de las posesiones más preciadas para los países en donde escasee.

Disputas por límites por ríos o lagos, por el control de presas o por salida territorial al mar, están llevando a las comunidades a enfrentarse entre sí, o a emigrar masivamente en busca de tierras con acceso a fuentes seguras de agua.

Mientras, la demanda de las comunidades por el líquido llevan al denominado estrés hídrico en que las fuentes regulares de agua se sobrexplotan o se contaminan por el descuido en su manejo.

En América Latina se estima que hasta 166 millones de los 650 que la habitan, padecen escasez de suministro hidrológico, mientras otros 445 millones lo tienen pero sin potabilizar, con el consiguiente efecto dañino para su salud y que se manifiesta primordialmente en forma de enfermedades gastrointestinales e infecciones de todo tipo por falta de aseo.

Todavía los gobiernos de todo el mundo tienen oportunidad de planificar un mejor y más racional uso de sus recursos hidrológicos, antes de que la falta de agua lleve a una eventual conflagración global por su posesión.

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